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2015/02/20

Castillos que defendieron Araba

Castillos que defendieron Araba
Fernando Sánchez Aranaz, Gasteiz-Nabarra

Según acertadamente afirma el arqueólogo Iñaki Sagredo, autor de la monumental obra “Castillos que defendieron el Reino”, “Navarra fue humillada, rebajada a lo mínimo, y cuesta explicar qué debió suponer para los navarros ver los muros que construyeron sus antepasados por los suelos, una consecuencia más de la definida como pacífica anexión”. Los castillos de Navarra, así como muchas casas torre y recintos amurallados, fueron derruidos entre 1512 y 1522 por orden del Cardenal Cisneros, regente de Castilla. Así lo explicaba el coronel español Villalba cuando escribió al cardenal Cisneros, promotor de la destrucción de los castillos de Navarra:

 “Navarra está tan baxa de fantasía después que vuestra señoría reverendísima mandó derrocar los muros, que no ay ombre que alçe la cabeza”.

Iñaki Sagredo, dentro de su exhaustivo estudio, ha elaborado un mapa de los castillos de Navarra. Obviamente no se limita al territorio de la actual Comunidad Foral de Navarra, sino que contempla la totalidad del territorio que históricamente ha sido navarro.

Frontera histórica

Esta frontera histórica de los castillos navarros se extiende desde los de Cueto y Cudeyo, junto a la bahía de Santander, por los de Colindres, Ruesga y Soba, en el valle del río Asón, hasta los de Bricia y Arreba, en la actual provincia de Burgos, donde existen dos poblaciones llamadas Báscones y Villabáscones, a unos 45 kilómetros de la Peña Amaia -término que, como sabemos, significa “final” o “confín”-. Más al sur se encuentran los de Urbeltz, Ubierna, al norte de la ciudad de Burgos; y Arlanzón, en los Montes de Oka. Más allá, los de Pazuengos y Viguera, ya en Rioja, entre otros.

Muchos de estos castillos respondían a la idea que hoy tenemos de un edificio con ese nombre, pero la mayoría no pasaban de ser poco más que torres o atalayas fortificadas. Esto es debido a que, en la mayor parte de los casos, su función no era defensiva, aunque en caso de invasión pudieran de servir de distracción a las tropas atacantes, a quienes no les convenía dejar enemigos en su retaguardia. Para un país sin ambiciones expansivas, como era Navarra, que poseía un ejército pequeño, resultaba primordial la rapidez de la información. Estos castillos tejían una red sobre el territorio capaz de hacer llegar noticias sobre los acontecimientos que sucedieran en cualquier lugar del reino hasta su centro, la Iruña de Pamplona. Los medios habrían de ser diversos: espejos, luces, fuegos, palomas mensajeras u otros.

De esa manera, si, por ejemplo, se observasen movimientos inusuales de tropas en la zona de Atapuerca, el aviso correría desde el castillo de Arlanzón al de Alba, de allí a Belorado, Ibrillos, Cerezo, Valluercanes, Cellorigo, Portilla; ya en Álava, Treviño, Zaldiaran, Vitoria, Henaio, en Alegría-Dulantzi, Agurain, Murutegi, sobre Araia; Irurita, sobre Urdiain, Etxarri, Orraregi, en la cima del monte que hoy se llama Gaztelu, sobre Irurtzun, y de allí, ya a la vista, a Pamplona. Todos estos castillos están conectados visualmente, de manera que en menos de tres horas un aviso podía recorrer está distancia.

Álava, como territorio constituyente del Reino de Navarra, formaba parte de esta red de castillos. Algunos de ellos aún presentan sus altivas ruinas en pie, como testigos de nuestra memoria histórica. Así tenemos, además de los citados anteriormente, los de San Vicente, Buradón, Toloño, Ferrera, Guardia, Asa y Labraza en la Sonsierra de Navarra, hoy llamada Rioja Alavesa; los de Subijana-Morillas, Lantarón, Añana y Astulez en los valles occidentales; el de Zaitegi en Zuia; y los de Toro, Bernedo, Arluzea, Atauri y Korres en la Montaña, por sólo citar los más importantes.

Excavaciones

Como se ha dicho, la mayor parte de estos castillos no eran más que torres, con su aljibe, para hacer acopio del agua de lluvia, y su muro defensivo, situados, eso sí, en lugares altamente estratégicos, como se puede comprobar en los casos de Aitzorrotz, sobre el valle de Leintz, o de Zaitegi en Zuia. De estos dos castillos, que el arqueólogo Iñaki Sagredo ha excavado, se desprende su importancia de que ambos fueran sede de sendas tenencias del Reino de Navarra hasta la conquista castellana de 1200. Ambos han quedado transformados con el tiempo en ermitas, la de Zaitegi, San Víctor, en ruinas, en lo alto de enhiestos peñascos, aunque conserven parte de sus muros y de sus escaleras de piedra, así como sus aljibes, señal infalible de la existencia de un antiguo castillo, que descubren las excavaciones, revelando las antiguas estructuras, así como múltiples objetos de la vida cotidiana de la época.

Recientemente, algunas asociaciones y vecinas y vecinos de la Montaña, Izki y Alto Ega, se han movilizado para sacar a la luz los restos del castillo de Korres, municipio de Maestu, situado como suele ser habitual en lo alto de un inaccesible peñasco. La iniciativa pretende, en una primera fase, limpiar y consolidar los restos existentes, para luego realizar un estudio arqueológico. Incomprensiblemente, esta iniciativa no ha tenido el eco esperado en los estamentos oficiales, pero sus promotores no arrojan la toalla, perseverando en sus propósitos para rehabilitar este importante recuerdo de la historia del país.

En la Llanada los lugares que formaron parte de esta red de castillos que defendieron el Reino de Navarra, son Vitoria-Gasteiz, de cuyo castillo se pueden observar restos en la actual iglesia de San Vicente; Zaldiaran, en la cumbre donde hoy se alza un repetidor; Henaio, en Alegria-Dulantzi, en el cerro donde se encuentra el Centro de Interpretación del Castro de Henaio, que aún es llamado el Monte del Castillo; en Gebara, éste sí, un monumental castillo destruido en 1839 por las tropas del gobierno español; en Araia, en la peña de Marutegi o Murutegi; y, por supuesto, conservamos la villa amurallada de Salvatierra-Agurain, cuyo recinto defensivo ha sido excelentemente consolidado en los últimos años.

Se trata, en todos los casos, de testigos de nuestra historia, tan a menudo tergiversada cuando no falsificada, que gracias al esfuerzo de diversos colectivos ciudadanos vuelven a tomar su lugar en nuestra memoria histórica, en nuestro patrimonio y en nuestra identidad como pueblo.

2015/02/13

Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu

Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu
Iñigo Saldise Alda

Heráldica 1: Escudo losanjado de oro y azur.

Nacido a comienzos del año 1361, fue hijo del infante de Nabarra, conde de Beaumont-le-Roger Luis de Évreux-Nabarra y de María García de Lizarazu. Pudo ser hijo de suelta, aunque al parecer sus padres se habían casado a escondidas o en secreto, y por tanto sin contar con el consentimiento o autorización Real.

Vivió con su madre hasta la muerte de esta. Con apenas un año de edad necesitó cuidados médicos, los cuales fueron costeados por el tesorero del Reino de Nabarra. Tras la defunción de su madre en el año 1365, fue llevado a la Corte para completar su educación como un miembro más de la Familia Real de Nabarra, junto a su hermana Juana y su hermano Tristan.

Entre las escuelas de gramática existentes, Tutera-Tudela, Zangotza-Sangüesa, Erriberri-Olite, Iruinea-Pamplona y Lizarra-Estella, el rey Carlos II de Nabarra eligió el estudio sangüesino para la educación de Charlot, estando al cargo del capellán Juan Lópiz de Obanos.

Contando con la estima como miembro de la familia Real de Nabarra, en el año 1374 Charlot fue intercambiado a modo de correspondencia como rehén del infante de Aragón Martín de Aragón-Barcelona, durante una confederación de paz llevada a cabo en la villa de Sos entre el rey Carlos II de Nabarra y el rey Pedro IV de Aragón.

En el año 1376 y tras la muerte en tierras balcánicas de su padre Luis de Évreux-Nabarra y Valois, infante de Nabarra, duque de Durazzo y conde de Beaumont-le-Roger, fue el rey Carlos II de Nabarra quien recibió el título y las tierras del señorío condado de Beaumont-le-Roger, mientras que únicamente Charlot tomo fue el nombre de Beaumont como su apellido y recibió por parte del rey de Nabarra el título de caballero del Reino.

Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu recibió a modo de resarcimiento por el condado de Beaumont-le-Roger, parte de su tío el rey de Nabarra, una hacienda en el término de Lerin, la cual había sido confiscada con anterioridad a Juan Ibañez, vecino de dicha villa.

Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu en el año 1378, participó activamente durante las negociones diplomáticas que se saldaron  con la cesión al año siguiente y por un plazo de tres años, de la plaza fuerte de Cherbourg a sus aliados ingleses, cuyo rey era un niño de once años, Richard de Woodstock-Plantagenet y Kent, II de England.

En el año 1379, su tío el rey Carlos II de Nabarra otorgó a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, el puesto de alférez del Estandarte Real de Nabarra con los provechos, usos y salarios acostumbrados.

“(…) de las buenas birtudes, lealtad, seso et diligencia
de nuestro amado et fiel Sibrino Charlot de Beaumont (…)”

Heráldica 2: Escudo losanjado de oro y azur que es de Beaumont, en francocuartel de gules carbunclo de oro cerrado y pomelado que es de Nabarra.

Charlot prestó el obligado juramento en el cual juraba que lealmente usaría dicho oficio, con todo favor  y con los odios puestos atrás, y que la honra del rey, de sus herederos y del Reino de Nabarra, guardaría contra todos. Y que en provecho del Estado haría en todo y por todo que él podría y sabría, y las cosas que le dictó el rey, en privado o secreto, las atendería bien y fielmente.

Además, a continuación, le confió la tenencia de la castellanía de Donibane Garazi, junto a la guarda de Ultrapuertos, hasta pasado la medianía del año 1380.

Un año después, Carlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, junto al obispo de Iruinea-Pamplona Martín de Zalba, se acercó y adentró en el Reino de Aragón, con la única misión de recibir al infante heredero Carlos de Nabarra-Évreux y Valois, para así escoltarlo hasta Caparroso donde se encontraba su padre el rey Carlos II de Nabarra. Posteriormente los acompañó hasta Erriberri-Olite y Uxue-Ujué.

A finales del año 1381 recibió del rey Carlos II de Nabarra el palacio y el señorío de Asiain, los cuales habían pertenecido al caballero Remiro Sánchez de Asiain, ricohombre de Nabarra, señor de Lacarra y de Asiain, que había sido arrestado en el año 1380 junto al caballero Fillot de Agramont, hijo del rico hombre Arnaud Remon de Agramont, barón y señor de Agramont, tras no poder producirse la bizarría de un pleito iniciado años atrás y con la firme decisión de las Cortes de Nabarra de solución, mediante la fórmula de juicio de batalla entre ellos o duelo. Este combate debía de ser presidido, como juez, por el rey Carlos II de Nabarra, por la interposición del pueblo de Iruinea-Pamplona evitó el envite.

Remiro Sánchez de Asiain preso en Tafalla, intentó apoderase del castillo donde estaba encerrado, por lo que por orden del rey de Nabarra fue decapitado a inicios del año 1381, por los crímenes de rebelión y traición.

El señorío de Asiain gozaba grandes heredamientos y pechas en los Lugares de Euluz, Larrion, Artabia, Abaigar, Estemblo, y otros, lo que fue potenciando el patrimonio y las ganancias del alférez del Estandarte Real de Nabarra. Aunque las continuas guerras obligaron a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, a entregar al Reino la casa de Asiain y sus propiedades, para así poder hacer frente a los numerosos gastos ocasionados por la Corona por diversos conflictos bélicos.

Ya en el año 1384 por mandato del rey de Nabarra, vuelve a tratar el tema de Cherbourg con los ingleses. Para ello viaja como diplomático a la plaza fuerte normanda y después al Reino de England. Tras aproximadamente un año vuelve al Estado de Nabarra sin conseguir avances significativos, en ese tema de vital importancia política para el Reino de Nabarra. Por otro lado gracias a sus buenas formas y virtudes diplomáticas se ganó el favor del rey Richard II de England quien le nombró alcaide de la castellanía de Mauleon y le donó también las rentas del vizcondado de Xiberoa-Sola-Soule.

A pesar de ser una donación a modo personal, esta beneficiada al rey Carlos II y al Reino de Nabarra, ya que suponía una especie de retorno de ese vizcondado de Ultrapuertos a la soberanía vascona, eso sí, nuevamente compartida con la soberanía inglesa.

Debido a esto, en junio del año 1385, el rey Carlos II de Nabarra le hizo el obsequio al alférez del Estandarte Real Charlot Beaumont-Nabarra y Lizarazu, de la pecha de los labradores de Larraga y las demás rentas de dicha villa, junto a la tenencia de su Castillo; que a pesar de contar entonces con una guarnición de soldados castellanos, el rey de Castilla y León tenía la obligación de restituirlo al Estado de Nabarra,  conforme lo capitulado y acordado entre ambos reyes.

Incluso  cuando el rey de Nabarra hizo testamento ese mismo año, nombró albacea y testamentario de su hijo y heredero Carlos de Nabarra-Évreux y Valois, al alférez del Estandarte Real de Nabarra Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, junto al obispo de Baiona Garcia de Eugi.

El alférez del Estandarte Real de Nabarra Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu junto al capitán de Lorda-Lourdes y senescal de Bigorra Jean de Biarno, acompañaron en el año 1386 al rey Carlos II de Nabarra hasta Baiona, lugar donde se produjo el casamiento de la infanta de Nabarra  Juana de Nabarra-Évreux, con el duque de Breizh, conde de Montfort y Richemon, Yann de Montfort y Flandre.

En enero del año 1387 murió el rey Carlos II de Nabarra. Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, junto al obispo de Baiona García de Eugi, gobernaron el Reino de Nabarra hasta el regreso del nuevo rey nabarro, pese a que esa defunción del jefe del Estado vascón significaba el cese automático como alférez del Estandarte Real de Nabarra.

Pero en septiembre del mismo año, el rey Carlos III de Nabarra hizo un nuevo nombramiento a su favor, para el mismo cargo militar dentro de la administración del Estado de Nabarra.

“(…) en memoria e remembrança, de los buenos e
agradables seruicios el dicto Charlot ha fecho
al rey nuestro muy caro senyor e padre
qui Dios perdone e à nos.”

A continuación, el rey Carlos III de Nabarra, preparó una política diplomática con la cual recuperar todos los bienes Ultra-pirenaicos, que legítimamente eran de la Corona de Nabarra. Por ello, al igual que su padre había hecho antes, comisionó como diplomático a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu para activar la devolución de Cherbourg, que seguía estando en manos inglesas.

Con ese bien marcado cometido, ya en el año 1388, el alférez del Estandarte Real de Nabarra primero se reunió con el conde de Foix Mateu de Castellbló y Montcada. Al año siguiente  viajó a la ciudad de Baiona para entrevistarse esta vez con el duque de Lancaster Jhon de Gaunt-Plantagenet y Kent. El duque inglés quería conseguir a cambio de las legítimas pretensiones nabarras sobre Cherbourg, la adhesión del Reino de Nabarra a sus anhelos sobre el Reino de Castilla y León, ya que se autotitulaba, el inglés, rey de la Corona de Castilla. El alférez del Estandarte Real de Nabarra, cumpliendo la máxima de neutralidad ordenada por el rey Carlos III de Nabarra, dio largas al duque de Lancaster.

Así pues, en ese mismo año, el rey Carlos III de Nabarra envió una nueva embajada ante el rey de England, nuevamente encabezada por Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, que le obligó a permanecer durante gran parte del año 1390 en el Reino de England. Su labor como embajador del Estado de Nabarra, le impidió asistir a la coronación formal de Carlos III de Nabarra en la catedral de Iruinea-Pamplona.

Finalmente, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu consiguió que el rey Richard II de England formase a comienzos del año 1391, una comisión de sabios para examinar, en lo que concernía sobre la devolución de Cherbourg, el testamento del rey Carlos II de Nabarra en la ciudad de Donibane Garazi.

Agradecido por la gran labor diplomática del alférez del Estandarte Real, el rey Carlos III de Nabarra en julio del mismo año elevó a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu a la insigne dignidad de Ricohombre de Nabarra.

“(…) á tales honores, noblezas,
privilegios, usos é costumbres,
como habían usado los otros ricoshombres (…)”.

Heráldica 3: Escudo cuartelado. 1º y 4º de gules carbunclo de oro cerrado y pomelado que es de Nabarra. 2º y 3º losanjado de oro y azur que es de Beaumont.

Por dicho motivo le entregó el señorío de San Martin de Unx, con todos los beneficios de esa villa y también de los de Beire, así en dinero como en frutos, durante su vida, exceptuando la pecha de los judíos. Junto a todo esto también le confirió la tenencia del castillo.

Al mismo tiempo, el rey Carlos III de Nabarra le nombró caballero de la orden del Lebrel Blanco, siendo el alférez del Estandarte Real de Nabarra uno de los primeros en recibir tal honor.

Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, volvió al Reino de England portando los 25.000 francos acordados para víveres de la soldadesca inglesa y el transporte del armamento británico que estaba en Cherbourg. Esta vez viajó junto a Pere Arnaldo de Garro y al mariscal del Reino de Nabarra Martin Henríquez de Lacarra, además de un cierto número de gentes de nabarra.

Los embajadores nabarros fueron muy bien recibidos en el año 1393 por Richard II de England consiguiendo de éste todo lo pretendido por el rey Carlos III de Nabarra. Así pues, mientras el rey de Nabarra enviaba tropas nabarras estando comandadas por 56 caballeros de la orden del Lebrel Blanco a Cherbourg, los embajadores nabarros junto a unos comisionarios ingleses, desembarcaron en la Normandia para hacerse con la posesión, de forma legal, de la plaza fuerte de Cherbourg.

El mariscal de Nabarra se quedó junto a una guarnición de nabarros en Cherbourg, mientras que Pere Arnaldo de Garro y el alférez del Estandarte Real de Nabarra retornaron a la Corte del Reino de Nabarra. Una vez más, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu sacó beneficio del viaje a las islas británicas, consiguiendo por parte del rey inglés la conformación de la donación en su persona del castillo y señorío de Mauleon, y también de las rentas del vizcondado de Xiberoa-Sola-Soule.

Antes de finalizar el año, y ya estando en tierras vasconas, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu recibió del rey de Nabarra, a modo de reconocimiento por los peligros que había soportado en los viajes y en sus misiones a tierras inglesas, para él y sus sucesores, los palacios, plazas y jardines que tenía la Corona de Nabarra en la ciudad de Nabarreria de Iruinea-Pamplona, que tenía en la calle de Santa Catalina o Anglentina, junto a la calleja o belena que había hacia San Agustín.

En el año 1394 fue sustituido de la tenencia del castillo de San Martin de Unx por Diego de Baquedano, pero manteniendo el señorío y los privilegios sobre la villa y también sobre Beire.

Un año después el alférez del estandarte Real de Nabarra recibió del jefe de Estado de Nabarra, el señorío de Arroniz con las rentas, feudos y el baylio de la mencionada villa. Esto fue debió porque Juan Ramírez de Arellano el mozo había pasado al servicio del rey de Castilla y León, habiéndose desnaturalizado de su condición de nabarro. Dicho señorío gozaba de grandes heredamientos en Dicastillo, Allo, Arellano, Lerin y Carcar, con sus palacios, pechas y otros bienes que le habían sido confiscados por la Corona de Nabarra.  De todos ellos le hizo gracia a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizararu el rey Carlos III de Nabarra, para que los gozase por Juro de Heredad, contando con los mismos bienes que tuvo y poseyó en su día Juan Ramírez de Arellano el viejo, quien también en el año 1362 se había desnaturalizado de mutuo propio de su nacionalidad nabarra tras ser acusado de traición por el rey Carlos II de Nabarra. Unos bienes que había conseguido la casa de Arellano, por diferentes créditos prestados y que les había cedido en pago el ricohombre de Nabarra Martin Martínez de Uriz.

También ejerció desde ese año la jurisdicción civil y criminal en Lodosa.

Además ese año, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu casó en Medina del Reino de Aragón con una noble dama de Aragón, María Ximenez de Urrea y Boil, señora de Mislata y Benilloba, señoríos en el levante valenciano. Además ésta era hija heredera de Juan Ximenez de Urrea, ricohombre de Aragón, barón de Estercuel en Teruel, señor de Atrosillo en Huesca, tenente del señorío de Alcalatén en Castellón y con derechos del señorío de Casteillon-Castejón en el Reino de Nabarra; al parecer esto último por ser descendientes de Guillermo Pérez de Casteillon, el cual había recibido del rey Teobaldo I de Nabarra la villa a perpetuidad. Ya en el año 1396 es cuando nació su hija Juana de Beaumont y Ximenez de Urrea.

A comienzos del año 1397 y dejando a su mujer embarazada, el alférez del estandarte Real de Nabarra acompañó al rey de Nabarra en una nueva misión diplomática, pero esta vez al Reino de France, concretamente a Paris. Esto fue debido a que el rey nabarro fue invitado a una reunión mediante la cual, los asistentes pretendían encontrar una solución al Cisma de Occidente.  Tras la reunión, el rey Carlos III de Nabarra aprovechó dicha invitación para exponer ante Charles VI de France, sus legítimas reclamaciones territoriales sobre los feudos de la Normandie.

La estancia de Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu en la capital del Estado de France, bajo el techo del infante de Nabarra Pierre de Nabarra-Évreux, se alargó por un periodo de un año, debido al comienzo de los primeros brotes psicóticos en el rey Charles VI de France. Junto al alférez del estandarte Real de Nabarra que acompañaron al rey Carlos III de Nabarra, se encontraron en el séquito también, el obispo de Baiona, Leonel de Nabarra, Pierres de Peralta, los señores de Agramont, de  Luxe y de Laxague, Bertrán de Lacarra, Martín de Aibar, Gascón de Urroz, Pere Arnault de Garro, Juan de Domezain, Pierres Sanz de Lizarazu, Rodrigo de Esparza y al menos 20 caballeros nabarros más.

Ya de regreso en Erriberi-Olite, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu se encontró con que su mujer había muerto a consecuencia del parto, habiendo sido enterrada en el convento de San Francisco de la mencionada ciudad. En el testamento que realizó un testamento mostró su deseo de que a su hijo, al cual deja como su heredero universal, se le debiera dar el nombre de Carlot, y así se lo comunicó al alférez del estandarte Real de Nabarra, el caballero Juan de Urroz, a quien había dejado su difunta esposa como tutor del niño.

El padrino del hijo de Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu fue el rey Carlos III de Nabarra. Como regalo de bautismo le entregó a Carlot de Beaumont y Ximenez de Urrea, la villa y el castillo de Casteillon-Castejón, teniendo que compensar por ello a su anterior poseedor un mes más tarde, su otro ahijado Martin de Aibar, con 150 libras que se pagaron con 400 carneros de Erronkari-Roncal.

También el alférez del Estandarte Real de Nabarra recibió como compensación por su viaje a Paris en el año 1397, los feudos, pechas y rentas de Arroniz, con la jurisdicción civil de esta ciudad.

En el año 1402, a la edad de seis años, falleció su hija Juana de Beaumont y Ximenez de Urrea. Por otro en el castillo de Lizarra-Estella, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, con la cabeza descubierta y sin cinturón, de rodillas y con las manos unidas en las del rey de Nabarra, rindió fe y homenaje al rey Carlos III de Nabarra, por el castillo y la ciudad de Casteillon-Castejón, como tutor y testamentario de su hijo Carlot de Beaumont y Ximenez de Urrea.

En el año 1404, el rey Henry IV de England legalizó la adquisición de la circunscripción del vizcondado de Laburdi-Labord-Labourd a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu. Éste fue acompañado por su hijo Carlot hasta Baiona, para solucionar el conflicto ocasionado por el señor de Sault y de Saint-Pée Juan de Amezketa. Además durante esta mediación, el rey inglés donó al alférez del Estandarte Real de Nabarra, el señorío de Noailhan, próximo a Bordele-Bordeu-Bordeaux.

Desde su vuelta del Reino de France en el año 1398, el alférez del Estandarte Real de Nabarra residió mayormente en el castillo-palacio Real de Nabarra sito en Erriberri-Olite. Estuvo bastante pendiente de la educación de su heredero Carlot de Beaumont y Ximenez de Urrea. En ese periodo tuvo cinco hijos naturales con una o varias cortesanas. Estos hijos se llamaron: Tristan, Isabel, Carlos, Juana y Miguel, cogiendo el apellido Beaumont todos ellos.

A finales del año 1406, en el castillo de Mauleon, Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, estando como notario Menaud de Basagoïty, dio poderes al señor de Aguerre de Bustince Adam de Ursua y al señor de Haitze de Ustaritz Augerot de Lehet, para matrimonio en su nombre con la noble dama Anne de Curton y Albret, señora de Curton y Guiche. Este matrimonio por poderes se llevó a cabo a comienzos del año 1407 en el castillo de Curton.

El rey Henry IV de England entregó en el año 1408 al señor de Mauleon Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, como regalo por el matrimonio, algunos peajes de mercancías existentes en el río Adour y el nacimiento del río Guiche.

En el año 1414 Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu señor de Mauleon, Raymond-Arnaud de Domezain señor de Domezain, y Guillermo de Lizarazu señor de Santa María de Burunce, los tres caballeros nabarros, reconocieron que tenían en su poder una suma de 1.000 florines que pertenecía al obispo de Baiona Garcia de Eugi.

Nuevamente en el año 1415 el rey Henry IV de England donado a Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, varias tenencias en unas parroquias próximas a la frontera con el Reino de France. Estas estaban en los términos de Meirinhac-Mérignac, Beglas-Bègles y Veirinas-Veyrines.

Ya en el año 1416, el rey inglés confirmó la cesión de por vida de la tenencia de Laburdi al alférez del Estandarte Real de Nabarra, y también para su hijo Carlot de Beaumont y Ximenez de Urrea.

En el año 1422 murió su heredero Carlot de Beaumont y Ximenez de Urrea. El alférez del estandarte Real de Nabarra nombra a continuación a su otro hijo, Luis de Beaumont y Curton como usufructuario. El tesorero de Reino García López de Roncesvalles, por orden del rey Carlos III de Nabarra, pagó al judío de Falces Samuel Rogat 6 libras y 14 carlines fuertes, como precio de una túnica chaperona y pantalones para que llorase Luis, de vez en cuando, la muerte de su hermano de padre.

Unos meses después murió su esposa Anne de Curton y Albret, con la cual el alférez del Estandarte Real de Nabarra, a parte del mencionado Luis, tuvo un hijo de nombre Juan, y tres hijas de nombres Clara, Juana Margarita y Caterina.

Dos años después, el alférez del estandarte Real de Nabarra recibió la jurisdicción civil de los lugares de Dicastillo, Lerin y Allo, junto al patronato de la iglesia de Arroniz.

Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu fue nombrado para el puesto alcaide del castillo de Garaino en el año 1427. Tres años después recibió el título de señor de Mendabia, tras su confiscación a los Zúñiga, Juan y Diego. También recibió la villa de Mendabia tras ser embargada por el rey Carlos III de Nabarra a sus vecinos, los cuales habían seguido a los Zúñiga tomando partido por el rey de Castilla y León.

en el año 1432 en Erriberri-Olite murió Charlot de Beaumont-Nabarra y Lizarazu, ricohombre de Nabarra, alférez del Estandarte Real de Nabarra, caballero de la Orden del Lebrel Blanco, señor de Asiain, San Martin de Unx, Beire, Mauleon, Arroniz, Mislata, Benilloba, Noailhan, Curton, Guiche y Mendabia, además de tenente de Laburdi,; fecha en la cual ya se intitulaba su hijo Luis de Beaumont y Curton como condestable de Nabarra.

BIBLIOGRAFÍA

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2015/02/06

El Ferro de Álava

El Ferro de Álava
Fernando Sánchez Aranaz, Gasteiz-Nabarra

Un documento del monasterio navarro-riojano de San Millán de la Cogolla nos muestra como era Álava hace mil años

El territorio histórico de Araba ha experimentado múltiples cambios a lo largo de la historia. Si nos atenemos a los documentos más antiguos, los de época romana, en lo que hoy es Álava habitaban varios pueblos, emparentados entre sí -vascones, bárdulos, caristios, berones y autrigones‑ y que se extendían también por los territorios vecinos.

Fue precisamente Roma quien dio una cierta unidad a esa variedad de pueblos que en el futuro serán conocidos como vascones. De esa manera nos encontraremos, a partir del siglo II d.C., con un poblamiento establecido a lo largo de una importante vía de comunicación, la calzada Iter XXXIV ab Asturicam Burdigala, que entraba en lo que hoy es Araba por Egino, procedente de la Iruña de Pamplona, para seguir el valle del río Zadorra.

La calzada pasaba por Mansio Alba (Albeniz), Tullonium (Dulantzi), Suestatio (Arkaia), la Iruña de Beleia y Deobriga, junto a Miranda de Ebro, para dirigirse luego hacia Viroveska (Briviesca), la ciudad principal de la Autrigonia.

La influencia de esta calzada va, como es lógico, más allá del primigenio territorio alavés, constituyendo un elemento civilizador que está en el germen de la unificación de todos aquellos pueblos de común estirpe, entre los ríos Garona y Ebro, teniendo como eje la cordillera pirenaica, en el ducado de Vasconia, a partir del siglo VI (especialmente tras la expulsión de los visigodos de la Novempopulania, actual Gascuña, tras la batalla de Vouillé, en 507).

La frontera sur del Ducado de Vasconia, en permanente enfrentamiento con la Hispania visigoda, viene delimitada por el hallazgo de vestigios arqueológicos, principalmente necrópolis de guerreros, que trazan una línea que pasa por Buzaga, al sur de Pamplona, y luego por San Pelayo en Alegría-Dulantzi, Aldaieta, junto a Nanclares de Ganboa, y Finaga en Basauri (Bizkaia). Al sur de esta línea se encontraría una tierra de nadie montañosa, donde se encuentran eremitorios rupestres, como el de Laño en Treviño, a los que nos referiremos luego.

Esta frontera se mantuvo a partir del año 711, tras la desaparición del poder visigodo y la islamización de Hispania. De esa época proviene la primera mención a Álava en las crónicas hispanomusulmanas. Para ellos era Al-laua. Siendo Laua la Llanada, que hoy llamamos Lautada. Laua en euskara significa precisamente llanura o planicie. El país al que pertenecía Al-laua, según esas mismas crónicas, era la Galia Comata, que era como llamaban a esa zona fronteriza del Ducado de Vasconia que desde 769 había sido conquistado por el rey franco Carlomagno.

Los navarros

Este hecho da lugar a la aparición en la historia de unos nuevos protagonistas, los nauarri, citados en las crónicas francas como los vascones rebeldes al dominio franco. El cronista Einkhart nos dice en la biografía de Carlomagno, escrita entre 829 y 836, “Ipse per bella memorata primo Aquitaniam et Wasconiam totumque Pyrinei montis iugum et usque ad Hiberum amnem, qui apud Nauarros ortus”, es decir, “Él mismo [Carlomagno] en memorable guerra sometió primero a Aquitania y a Vasconia y todos los montes Pirineos y hasta el río Ebro, que nace junto a [las tierras de] los Navarros”.

Pura propaganda política, porque Carlomagno había visto frustrados sus deseos de dominio hasta el Ebro en 778, siendo derrotado en Roncesvalles, precisamente por los navarros, cuando se retiraba hacia Francia. Y fue también allí, en Orreaga, donde su hijo Ludovico Pío fue vencido el año 824, tras lo cual fue instaurado el Reino de Pamplona, en la persona de Eneko Xemeniz, llamado “Aritza”.

La Araba de entonces, que comprendía la Llanada y poco más, se inscribe en el territorio pamplonés, presionado por el emirato de Córdoba por el sur y por el reino astur-leonés, sucesor del de los visigodos, por el oeste. La crónica de Alfonso III de León, que nos remite a los hechos del reinado de Alfonso I (739-757), nos informa de que “Álava, Bizkaia, Alaon [probablemente Ayala] y Orduña, ocurre que están poseídas por los suyos, del mismo modo que Pamplona, Deio y la Berrueza”.

Una tradición recogida por el Padre José Moret Mendi, miembro de la Compañía de Jesús y cronista oficial del Reino de Navarra entre 1654 y 1687, nos dice que el rey Eneko Arista habría donado, en 839, a su alférez mayor, Eneko de Lane o de Lalanne, “un valle y monte por nombre Larrea, que dice está a la entrada de Álava, desde el río hasta la montaña alta de Guipúzcoa llamada Arbamendi y una torre que el Rey había edificado”.

De esta manera llegamos al reinado de Sancho III el Mayor, entre 1004 y 1035, durante el que todo el territorio de lo que hoy es Álava forma parte de Navarra. De esa época, año 1025, data el documento conocido como “Ferro de Álava” o “Reja de San Millán”, en el que se relacionan los tributos que en forma de rejas de hierro pagaban los pueblos de Álava al monasterio navarro-riojano de San Millán de la Cogolla.

El monasterio de San Millán

En el monte Distercio o La Cogolla existía en esa época un monasterio fundado en el siglo V por San Millán, quien había nacido en Berceo, actual Rioja, en 473, cuando aquellas comarcas estaban sometidas al dominio del rey visigodo Eurico. Su nombre proviene del latín Aemilianus, en castellano Emiliano. A los 20 años, siendo pastor, decidió dedicar su vida a la contemplación de Dios. Se dirigió a Bilibio, en las cercanías de la actual Haro, para hacerse discípulo de un santo ermitaño llamado Felices.

Una vez instruido por éste, decidió apartarse del mundo, yéndose a vivir al monte Distercio o la Cogolla, próximo a Berceo, donde habitó cuarenta años. Dídimo, obispo de Tarazona, teniendo conocimiento de su santidad, le nombró párroco de Berceo, en contra de su voluntad. Otros clérigos, seguramente movidos por la envidia, le acusaron de desatender la administración de la parroquia, por lo que fue destituido y regresó al monte, donde vivió como ermitaño en una gruta que él mismo excavó en la roca, hasta su muerte a la avanzada edad de 101 años. Durante ese tiempo su fama de santo se extendió por toda la región, realizando, según la tradición, numerosos milagros. Otros ermitaños se le unieron, formándose una comunidad, que vivía en cuevas artificiales, conocidas tras la muerte del santo como monasterio de San Millán de Suso. Tras su muerte su tumba se convirtió en lugar de peregrinación.

En 1053, el rey de Pamplona García Sánchez fundó un monasterio en Nájera y quiso llevar allí el cuerpo de San Millán. Dice una tradición que los bueyes que arrastraban el carro que portaba el féretro, se negaron a seguir al llegar a un punto determinado, donde el rey decidió fundar un nuevo monasterio que albergase los restos del santo, que hoy es el monasterio de San Millán de Yuso. Este cenobio, primero en su ubicación de Suso y luego en la de Yuso, alcanzó gran importancia, de manera que muchos territorios llegaron a depender de él, entre ellos los del municipio alavés que de él recibe el nombre. Perteneció a la Orden Benedictina, pero actualmente está adscrito a la de los Agustinos Recoletos.

El monasterio de San Millán es célebre por haberse encontrado en él, escritas por los monjes de aquellos tiempos en los márgenes de antiguos códices, las primeras muestras escritas del euskara y de la lengua romance navarra-riojana-aragonesa.

Los pueblos de la Reja

El documento del Ferro de Álava nos describe un territorio dividido en diecinueve céndeas o alfoces, que hoy llamaríamos municipios, distribuidos, aproximadamente, entre el puerto de Orduña, por el oeste, las sierras del Gorbeia, Elgea, Urkila y Aratz, por el norte, la muga con la Sakana y con Kanpezu, por el este, y por el sur los montes del sur de Trebiño.

Estas céndeas o alfoces son, de oeste a este y de norte a sur, Zuhia Barrutia, que incluye Koartango y Urkabustaiz; Murielles, desde Fresnedo a Ollabarre; Ossingani, de Biloria a Pobes y Hereña; Fornello, que es el valle del Zadorra, desde Tuio a Baias, que pertenece hoy a Miranda de Ebro; Zufia de Iuso, sería Zuia, y Zufia de Suso, Zigoitia; Divina, los pueblos al norte de Gasteiz -Vitoria todavía no existía-, de Abetxuko a los Huetos; Ubarundia, desde Gamarra a Elosu; Langrares, al oeste de Gasteiz; Malizhaeza, Gasteiz y los pueblos del sur, Rigo de Ivita, el actual municipio de Trebiño, más algunos otros pueblos como Arluzea, Markinez y Urarte; Harhazua son dos céndeas, una de Durana a Argomaniz, otra de Gamarra a Goiain, la otra de Elorriaga a Ullibarri de los Olleros; Camboa, el antiguo valle de Gamboa, hoy en su mayor parte bajo el pantano; Hiraszaeza, hoy Iruraiz, sería los municipios de Elburgo y Alegría-Dulantzi; Barrandiz, el valle de Barrundia hasta Galarreta y Ordoñana, de San Millán; Hegiraz, que es Agurain y los pueblos de alrededor, incluyendo Araia; Septem Alfozes, el resto de Asparrena; Harahia, que viene a ser el actual municipio de Maeztu.

Así pues, esta Álava del siglo XI no comprendería ni la mayor parte de la Cuadarilla de Kanpezu, que estaría unida a la Berrueza, ni Valdegobia, ni por supuesto la llamada Rioja Alavesa, que hasta 1462 perteneció al Reino de Navarra con el nombre de Sonsierra de Navarra.

Leonel de Nabarra y Lizasso

Leonel de Nabarra y Lizasso
Iñigo Saldise Alda

Heraldica 1: De azur pleno, jefe de gules trae carbunclo de oro cerrado y pomelado que es de Nabarra.

Nacido en el año 1376 fue hijo natural del rey Carlos II de Nabarra y de Catalina de Lizaso, ambos solteros.

Durante los años 1380 y 1381, estuvo fue cuidado y atendido por Bona de Arbea vecina de Iruinea-Pamplona.  Ese mismo año fue apartado por el rey de Nabarra de su madre, la cual recibió 100 libras de dinero, 30 cahices de trigo y 30 cargas de vino anuales, para que fuese a vivir a Caparroso. Tras la marcha de su madre, fue Sancho de Ayanz quien ostentó el cargo de tutor de Leonel de Nabarra y Lizaso, además de ser su servidor en su Hostal personal.

Su padre el rey Carlos II de Nabarra le donó en el año 1384, las heredades y rentas de Idoate, Lizarraga, Elcarte, Caparroso y otros bienes que pertenecieron a los hermanos Rodrigo y Martín Martínez de Uriz.

En el año 1390 fue nombrado caballero del Reino con motivo de la coronación de Carlos de Evreux y Valois, III de Nabarra. Un año después, por decisión del rey de Nabarra, hermano de sangre o hermanastro de Leonel de Nabarra y Lizaso, se inició en Tutera-Tudela en los estudios de las Leyes del Reino, siendo su profesor el rabí de los judíos de dicha localidad.

En el año 1391, el rey Carlos III de Nabarra fundó la Orden del Lebrel blanco, encontrándose entre uno de sus caballeros originales, Leonel de Nabarra y Lizaso.

En el año 1393 recibió de su hermano consanguíneo, el rey Carlos III de Nabarra, el lugar de Unciti y las pechas de Lizarraga e Idoate, además de una dote, a cargo de la tesorería Real, de 100 libras para sus gastos personales, además de que fuera vestido a expensas del erario.

El rey Martin I de Aragón realizó dos llamamientos de cruzada contra los musulmanes del norte de África. Uno en el año 1397 que fracasó ante de realmente iniciarse, debido a una fuerte tempestad en el mar Mediterráneo. La segunda tuvo lugar en el año 1399 y para ella, demandó ayuda al rey Carlos III de Nabarra. Éste envió a unos cuantos caballeros de la Orden del Lebrel Blanco, comandados por Leonel de Nabarra y Lizaso, el cual portó un estandarte de gules con un lebrel de oro a ambos lados. El que el color del lebrel fuera de oro y no de plata, era debido a un privilegio que poseían solo aquellos miembros legítimos de la familia Real de Nabarra.

Leonel de Nabarra y Lizaso regresó al Estado de Nabarra en el año 1401, sin que se llegasen a conseguir los objetivos marcados en la cruzada, ya una vez tras otra, las tentativas llevadas a cabo por la flota aragonesa fueron desbaratadas por berberiscos.

En el año 1402, Leonel de Nabarra y Lizaso junto a Diego de Baquedano, representó a hermanastra, la infanta de Nabarra Blanca de Evreux y  Valois, en los esponsales de ésta con el rey Martín I de Sicilia, los cuales tuvieron lugar estuvo en la ciudad de Catania.  

Al año siguiente el rey de Nabarra le confió la capitanía de la plaza de Cherburg sustituyendo en dicho cargo al mariscal de Nabarra, Martin Henriquez de Lacarra. Tras la venta de dicha plaza fuerte por 200.000 florines al rey Charles VI de France, llevada a cabo por parte de su hermanastro, regresó al Reino de Nabarra a finales del año 1404.

Heráldica 2: De azur dos leones de plata puestos en faja, jefe de gules trae carbunclo de oro cerrado y pomelado que es de Nabarra.

Leonel de Nabarra y Lizaso tras su matrimonio con Elfa de Luna y Xericade en el año 1407,  le fue instituido por rey de Nabarra el vizcondado de Muruzabal de Andión con carácter hereditario, contando con las rentas de Val de Izarbe, Muru Artederreta, Obanos, Muruzabal, Uterga, Ollandain, Gomazin, Ainorbe y otros. Además el tercer vizcondado de la historia del Estado de Nabarra, incluía también, la importante jurisdicción civil y criminal del Val de Ilzarbe y de Muruzabal. Todo ello tras el consentimiento necesario de las Cortes de los Tres Estados del Reino de Nabarra. En el mismo año le entregó el rey de Nabarra la villa de Mendigorria como pago de los 10.000 florines prometidos a Leonel de Nabarra y Lizaso por su boda.

Recibió más tierras y donaciones por parte de su hermano el rey de Nabarra, como por ejemplo, al año siguiente, los lugares de Etayo y Oco. Además Pedro Belaz de Guebara recompensó a Leonel de Nabarra y Lizaso con las pechas del trigo y la cebada en el lugar de Oteitza.

Murió en Ucar el año 1413, sin dejar heredero legítimo barón con lo que el título de vizconde de Muruzabal de Andion volvió, de forma legal, a la Corona de Nabarra.

BIBLIOGRAFÍA
GRAN ENCICLOPEDIA NAVARRA. Varias páginas en su formato digital.
MARTÍNEZ ARTOLA, A. Leonel.
MENENDEZ VIDAL, F. y MARTINENA, J. J. Libro de Armería del Reino de Navarra.
NARBAITZ, P. Navarra o cuando los vascos tenían reyes.
REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía.
SALDISE ALDA, I. Heráldica de Nabarra (sin publicar).
SÁNCHEZ-MARCO, C. Historia Medieval del Reyno de Navarra, fundación lebrel blanco.
SERRANO LARRAYOZ, F. Alimentación y jerarquía social. La mesa de Leonel de Navarra (1383).
YANGUAS Y MIRANDA, J. Diccionario de Antigüedades del Reino de Navarra.

2015/02/03

Los templarios y la fragmentación de Nabarra

Los templarios y la fragmentación de Nabarra
Iñigo Saldise Alda

El 15 de julio del año 1099 con la toma de la ciudad de Jerusalén se puso fin a la denominada Primera Cruzada, la cual se había iniciado en el año 1096 por la postulación favorable del papa Urbano II, nacido en la normanda plaza de Lagery como Eudes de Châtillon, como colofón de un gran concilio llevado a cabo en la provincia occitana de Auvèrnhe-Auvergne, concretamente en la ciudad llamada Clermont, al grito de:

“¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere!”

Así pues, la Tierra Santa fue tomada para la cristiandad tras más de tres años de luchas sanguinarias y combates violentos. Pero los caminos que existían para llegar a la ciudad de Jerusalén, permanecía inseguros. Por los continuados ataques que acechaban a los peregrinos cristianos que arriesgaban todo en su viaje, los cuales normalmente se liquidaban  con robos con violencia y asesinatos.

Fue entonces cuando el Hugues II de Payns nacido en Troyes de la Champagne y Godefroy de Saint-Omer caballero flamenco nacido en la Galia, dispusieron ofrecerse al rey de Jerusalen Baudouin de Boulogne, para contribuir con la defensa de los caminos y con ello proteger a los peregrinos con esta misión.

Ya en el año 1115, fue cuando otros nueve caballeros se unieron a ellos, constituyendo entonces la cofradía de los Pobres Caballeros de Cristo. Tomaron como emblema inicial una bandera rectanagulas, dividida en dos cuadros, uno negro y otro blanco, conocida como Beauséant.

El rey de Jerusalén puso inmediatamente a su disposición una parte de su palacio, el cual había sido construido sobre las ruinas del antiguo Templo de Salomón. Esta aparentemente anecdótica ubicación de su sede, provocó en el año 1118 el cambio en el nombre de la cofradía, pasándose a llamar: "Milites Templi Salomonis".

En el año 1119, del rey Baudouin d'Édesse II de Jerusalen, cambió la  residencia real a la torre de David y así los Pobres Compañero de Cristo, pasaron a ocupar toda la aljama que se había levantado sobre las ruinas del templo de Salomón, pasando a denominarse entonces, del Templo y a sus miembros se autodenominaron caballeros templarios.

En el año 1126, el conde de Champagne decidió dejarlo todo, su familia, sus posesiones y sus poderes, para ponerse de inmediato al servicio de su antiguo vasallo Hugues de Payns, en “Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici”.

No obstante el papa Onorio II, nacido como Lamberto Scannabecchi en Fiagnano de la península itálica, se negó a reconocer la cofradía sin contar con el aval de las demás órdenes monásticas, de ahí que de Payns insistiera al borgoñon,  abad de Clairvaux y patrón del Cîteaux-Cister Bernard de Fontaine, a que apoyara sus pretensiones fundacionales e intercediera por la nueva cofradía ante el papa.

El resultado fue el elogio por parte del cisterciense hacia  la nueva milicia templaria, durante la celebración del concilio de Troyes.

En día 13 de enero del año 1129, en la Catedral de Troyes se encendieron los cirios, y tras la llegada de los convocados, comenzó el concilio con el principal objetivo de reconocer a la nueva milicia templaria. Dicho concilio fue presidido por el Cardenal Matteo di Albano, en representación del papa. También se encontraban los arzobispos de Reims y Sens, diez  obispos, los maestros escolásticos Foucher y Auberi, ocho abades entre ellos el abad de Clairvaux, autentico cerebro de Concilio, que como descendiente de la nobleza borgoñona que era, se ganó desde un inicio la confianza de los delegados o representantes de la nobleza de la Galia y también de la iglesia como la del abad sajón de Citaux, solo mostrándose en contra de su tesis el obispo de Orleans Jean II, el cual contaba con el favor del rey Louis IV de France.

En el Concilio Hugo de Payns expuso una por una las 72 reglas de la Orden, que se puede decir que seguía la regla de San Agustin. Del Concilio sale una nueva regla de corte cistercense por influenciada directa del abad de Clairvaux, padrino de la nueva caballería templaria.

Entrando ya el año 1130, es cuando la orden del Temple fue reconocida oficialmente por la más alta potestad religiosa de la cristiandad occidental, lo que cautivó un gran número de caballeros dispuesto a abandonar los lujos y glorias, con la intención naciente de formar parte de la caballería de Dios, convirtiéndose en frailes-guerreros al servicio de la cristiandad en la lucha contra los mahometanos, tanto en oriente medio como en la Península Ibérica, por donde el islam amenazaba igualmente a todos los Reinos europeos, pero especialmente al Reino de León y Castilla, al Reino de Iruinea-Pamplona, Aragoi-Aragón, Naiara-Nájera y Gaskoinia-Gaconhe-Gascogne o sencillamente Nabarra, además de los condados catalanes estando estos últimos bajo la autoridad feudal del conde de Barcelona.

Mientras la orden del Temple se estaba formando, en el Reino de Nabarra era coronado como rey el vascón Alfontso Ramirez de Aragoi y Roucy.

El rey de los nabarros mantuvo estrechos lazos con diversos magnates francos, en especial con los provenientes de la región del Midi, gracias en gran medida a las continuas llamadas de cruzadas contra los mahometanos. Las tropas de los cruzados fueron comandadas por el mismísimo rey de los nabarros en numerosas ocasiones. Incluso en sus filas se podían encontrar a caballeros castellanos. En estas cruzadas, Alfontso I de Nabarra se dedicó a recobrar para el Reino vascón, las tierras que faltaban del valle del Ebro.

El Batallador liberó Zaragoza en el año 1118 tras una nueva llamada a la cruzada. Un año después se rescató Tutera y Tarazona, después Calatayud y Daroca. Ganó la batalla de Cutanda en el año 1120 frente al ejército mahometano de Ibrahim ibn Yusuf.

El batallador rey nabarro Alfontso I, envuelto en una casi continua bruma de Guerra Santa, creó la única orden Militar y de Caballería perteneciente al Estado de Nabarra. Su instauración fue llevada a cabo bajo unos verdaderos razonamientos de Cruzada, siendo así una verdadera Militia Christi. Además de contar con unos objetivos muy similares a los que poseían esas tres órdenes militares de las cuales ya había oído hablar y que habían sido creadas en Palestina, orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén y la orden del Temple. Todas ellas fueron sancionadas en el Estado Pontificio de Roma.

Es en el año 1128 cuando el Batallador funda la orden militar de San Salvador de Monreal. Religiosa y también de Caballería en el pueblo de Monreal, sito en las tierras de Teruel. En esta Orden el rey vascón integró la Cofradía de Belchite, la cual había sido fundada dos años antes por el mismo rey nabarro.

La creó a semejanza de la orden del Temple y en el acto fundacional estuvieron presentes varias figuras eclesiásticas, abades y prelados de al menos tres Estados, el Reino de Nabarra, la República Romana y Apostólica, junto al Reino de León y Castilla. Cabe destacar al abad de la Grasse legado del papa, al arzobispo de Auch y al abad de San Salvador de Leire.

Fue el gascón arzobispo de Auch el que se encargó de redactar la carta fundacional. En ella, se pueden ver, claros y firmes, los objetivos que tenía la orden. Estos eran, primordialmente, someter a los sarracenos y abrir un camino a Jerusalén pasando el mar Mediterráneo.

Sus miembros y bienhechores recibieron beneficios de cruzada. La orden tuvo su primera base en Belchite y posteriormente en Monreal, recibiendo una zona de influencia grande por parte del rey de Nabarra, comprendida ésta en las áreas de las comarcas de Jiloca y Teruel, hasta Segorbe.

En los años 1125 y 1126 el rey de los nabarros realizó una lúcida expedición a Al-Andalus, regresando con numerosos mozárabes. Llevó una rápida repoblación de los territorios reconquistados por gentes del norte del Reino, francos en su mayoría, junto a los mozárabes que le acompañaron desde Al-Andalus. A la vez de que a muchos musulmanes les permitió el perseverar sus posesiones dentro del territorio del Reino vascón.

Tras la muerte de su exesposa la reina Urraca I de León y Castilla, el rey vascón penetró junto a un numeroso ejército nabarro en las antiguas tierras pertenecientes al reino de los vascones, las cuales estaban ocupadas ilegalmente por los castellanos.  Incluso las tropas nabarras llegaron a traspasar los límites fronterizos pactados entre Nabarra y Castilla  en el año 1016. Tras muchas vacilaciones el rey nabarro decidió reconocer a Alfonso VII como rey de León y accedió a entrevistarse con él. Los dos monarcas de nombre Alfonso, uno nabarro y el otro gallego-leonés, se encontraron en el valle de Tamara en el año 1127, concretamente entre Hornillos y Castrogeriz, firmando un nuevo tratado fronterizo legítimo y también de paz.

En el año 1130 se produjo una revuelta o motín favorecido desde el Reino de France en la población costera nabarra de Baiona. El Batallador consiguió sofocar la insurrección un año después, tras enviar a numerosos señores nabarros. Entre ellos destacaron los del Baztan, Lizarra, Etxauri, Burunda, Hernani, Tarazona, Barbastro, Donibane Garazi, Xiberoa, Bearno, Auch, Pallars,… Incluso diferentes navíos partieron desde Donostia y Hondarribia en dirección a Baiona durante ese periodo. Durante el asedio a la ciudad de Baiona escribe su testamento, en el cual otorgaba el Reino deNabarra a esas tres órdenes cristiano-militares de Palestina: Santo Sepulcro, Hospitalarios de San Juan de Jerusalén y el Temple.

Alfontso I de Nabarra murió como consecuencia de las heridas sufridas en cruzada, concretamente tras la derrota en la batalla de la ciudad de Fraga, la cual estaba defendida por “los moros” y su aliado el templario Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, Gerona, Osona y Cerdeña. Solo diez caballeros cristianos y nabarros salvaron la vida, entre ellos el señor de Monzón, Logroño y Tutera, Garcia Ramirez.

El testamento mandaba que todos los castillos y fortalezas del Reino de Nabarra, debieran ser cedidos a las tres órdenes militares. Alfontso I de Nabarra intentó justificar con ello sus actos en vida y de paso servirle como ofrenda para la redención de sus pecados, junto a la redención de su espíritu y el alma de sus parientes. Este testamento perjudicaba seriamente los intereses del Reino de Nabarra, pero por el contrario era muy favorable para la República Romana y Apostólica, por lo que poco después de su muerte y ante una inmediata crisis sucesoria planteada, este testamento fue rechazado por los señores nabarros.

Este hecho fue aprovechado velozmente por el mayor enemigo de los nabarros, el rey de León y Castilla Alfonso VII, autoproclamado ya como emperador, que paso a invadir el territorio del Reino de Nabarra ocupando Naiara poco antes del 10 de noviembre del año 1134. Tras eso, se puso al acecho de otra plaza nabarra, concretamente la de Logroño, de donde pasó rápidamente a Zaragoza en diciembre del mismo año. El obispo de Roda-Balbastro Ramiro Ramirez de Aragón el Monje, hermano menor de Alfontso I de Nabarra, se presentó en Zaragoza y confirmó los derechos de los mismos nobles a heredar las tenencias salvo caso de traición, algo que había anulado en su día su pariente.

En plena crisis sucesoria en el año 1135, la Gaskoinia bascula hacia el ducado francés de Aquitania.  Mientras, ese mismo año, se formalizó el Pacto de Vadoluengo, el cual básicamente pretendía una cohabitación de Poderes buscando subsanar el embrollo ocasionado por el testamento de Alfontso I de Nabarra. La iglesia gobernaría el Estado a través de Ramiro el Monje, mientras que García Ramírez fue colocado como jefe supremo del Ejército, para que este último seguiriera combatiendo a los hijos del islam. Sin embargo no se llevó a cabo el ante la imposibilidad de llegar a acuerdo entre García Ramírez y las Órdenes Militares, siendo llevada a cabo por el templario y conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, la negativa más radical y fuerte. Así pues, esto ocasiono una nueva fragmentación territorial y los señores y tenentes nabarros se decantaron por el señor de Tutera García Ramírez, como rey de Nabarra, ya reducida solo a lo suscrito a Iruinea, debido al abandono de Gaskoinia y las pérdidas ilegítimas, tanto militares como religiosas, de Naiara y Aragoi.

A todo esto, hubo que añadir que la chancillería pontificia lanzó una enérgica represalia contra el nuevo rey nabarro, negándole su condición de rex y otorgándole únicamente el título de dux. Esto suponía en la práctica, que lo que quedaba del Reino Pirenaico quedara libre para ser invadido y ocupado por el mejor postor dentro de los príncipes cristianos.

Por si fuera poco, los intereses de la República Romana y Apostólica de Roma, en la cruzada contra los musulmanes en el Valle del Ebro, fueron apoyados por el obispo de Barbastro y Roda, Ramiro el Monje y el arzobispo de Tarragona, primado de la Tarraconense. Los continuos apoyos mutuos entre el Vaticano y Ramiro Ramirez de Aragón el Monje, influyeron proverbialmente en una nueva operación antinabarra con el conde de Barcelona.

Por el contrario en Jaca, Huesca, Cinco Villas, Val de Onsella, Sos y resto de los valles pirenaicos, incluso el monasterio de San Juan de la Peña, así como algunos eclesiásticos del interior en los que destacaron el obispo de Huesca y Sancho de Larrosa de Iruinea, apoyaron la continuidad de la unión Nabarra de Iruinea y Aragoi, bajo la corona de García Ramírez el Restaurador, frente a la disolución pretendida por el rey Alfonso VI de León y Castilla además del templario Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.

Ramiro Ramirez de Aragón el Monje, al verse fuertemente apoyado por castellanos y barceloneses, creyó en la posibilidad de formar una monarquía teocrática del mismo tipo que la existente en Roma, para todo el reino nabarro, es decir, para Aragoi e Iruinea. Convocó a diferentes caballeros y obispos en la catedral de Huesca que le contrarios, donde los asesinó ante su negativa a reconocerle como rey de Aragoi e Iruinea. Los señores y clérigos de Jaca, Huesca, Cinco Villas, Val de Onsella, Sos y resto de los valles pirenaicos, del monasterio de San Juan de la Peña, e incluso el mismísimo obispo de Huesca, fueron decapitados por orden de Ramiro Ramirez de Aragón el Monje. Ante estas maniobras, García Ramírez fue proclamado rey en Iruinea como restaurador de todo el Reino de Alfontso I de Nabarra el Batallador.

La presencia de Alfonso VII de León y Castilla en Zaragoza echaba por tierra las pretensiones de crear una monarquía teocrática por parte de Ramiro Ramirez de Aragón el Monje. Pero no solo eso, ya que la presencia castellana en Zaragoza se enfrentaba directamente a los derechos que tenía García Ramírez el Restaurador sobre el Reino de Zaragoza desde su recuperación para la cristiandad por el Reino de Nabarra.

García Ramírez el Restaurador, a diferencia de Ramiro Ramirez de Aragón el Monje, pretendía mantener el mismo criterio de nombrar tenentes, en contra de las costumbres existentes en el Reino de Castilla-León y en el condado de Barcelona, donde dichos cargos eran de carácter hereditario. La invasión castellana y la intromisión de los magnates de la República Romana y Apostólica, junto a las órdenes religioso-militares creadas en el reino de Jerusalén,  alteraron drásticamente el panorama político y territorial en el Reino vascón.

Los partidarios de García Ramírez el Restaurador y de Ramiro el Monje realizaron un nuevo intento de aproximación. Fue una reacción natural ante el caos producido por esta guerra civil y la partición del Reino de los nabarros. Desde Castilla-León buscaron con ahínco la partición del Reino vascón tras la invasión y ocupación de las tierras riojanas y alavesas, intentando forzar así, a García Ramírez de Nabarra, a negociar con el Reino de León y Castilla. En la primavera del año 1135, Alfonso VII de León y Castilla acordó en Nájera una paz con García Ramírez de Nabarra, reconociéndolo como rey de los nabarros en Iruinea y Aragoi. En el texto se hizo alusión a una paz firme y duradera.

Pero lo cierto es que realmente el rey de León y Castilla, pretendía repartirse el Reino Pirenaico con el templario Ramón Belenguer IV, conde de Barcelona. Por ello sellaron su alianza antinabarra en el tratado de Carrión de los Condes de Febrero del año 1140. Así pues, Promovieron la boda del obispo Ramiro Ramirez de Aragón, con la hija del conde de Poitou. Posterior promovieron el casamiento de la hija de estos, de apenas dos meses de edad, con el templario y conde de Barcelona, dando forma con ello a la Corona de Aragón.

NABARRAKO ERESERKIA

Nabarra, reflexiones de un Patriota

Reflexiones de un Patriota by Iñigo Saldise Alda

ASKATASUNA = Baskoinak x Nafar Paradigma

"PRO LIBERTATE PATRIA GENS LIBERA STATE"

"Aberri askearen alde jende librea jaiki"

"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"

Navarre shall be the wonder of the world

by WILLIAM SHAKESPEARE

EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

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©NABARTZALE BILDUMA 2011

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