SOBERANÍA DE NAVARRA by Nabartzale bilduma. Este es el correo para escritos, artículos, comentarios y sugerencias. Los artículos, escritos y comentarios deben estar debidamente firmados por su autor o autora en formato Word. Solo se publicaran aquellos escritos que estén realizados desde la independencia y soberanía de su autor o autora siguiendo los criterios editoriales de los miembros de NABARRAKO BURUJABETASUN-SOBERANÍA DE NAVARRA. nabartzale@gmail.com

2008/11/20

Iruinea, noviembre de 2008

Iñigo Saldise Alda
El Estado soberano de Navarra, 1530-1620
Irujo Etxea Elkartea

“Navarra será la admiración del Mundo”. William Shakespeare, 1594

El año 1530, el emperador Carlos V de Alemania y I de España ordena la retirada de las tropas de ocupación españolas de la tierra de Ultrapuertos. Toma dicho mandato por motivos estratégicos en su guerra contra el rey Francisco I de Francia, aliado del legítimo soberano del reino de Navarra, Enrique II “el Sangüesino”. Una razón es la falta de control sobre los naturales del lugar desde 1524, a pesar de las extremas y continuas medidas de represión ejercidas por las tropas castellanas con el consentimiento del representante de la iglesia católica.

Debido a la invasión militar española, las legítimas Cortes navarras se habían exiliado a Pau en1512, en el señorío de Bearne, encabezadas por Catalina I de Foix y Juan III de Albret, reyes de Navarra. Pero incluso antes de que las tropas españolas retrocedan sobre los Pirineos hacia el sur, liberando la tierra de Ultrapuertos en 1530, las Cortes de Navarra se reúnen en Donapaleu a petición de Enrique de Albret en el año 1527, llegando a ostentar dicha localidad la capitalidad del reino.

Desde 1530, en la Navarra libre del norte del Pirineo se sucedieron los intentos, por vía diplomática, encaminados a la recuperación de las tierras ocupadas. El rey Enrique II de Navarra lo intentó mediante el matrimonio de su hija Juana de Albret con el hijo del emperador Carlos V, el futuro Felipe II de España. La perspectiva esperanzó a los navarros sometidos del sur del Pirineo, donde los beaumonteses de Iruñea prepararon un memorandum el año 1540, detallando cuáles eran las tierras arrebatadas que debía reclamar su rey, además de las cinco Merindades:

“Quanto a lo que pertenesce a V. Alteza, según lo que solía extender este Reyno antiguamente como es pública voz y fama que era señor de Guipúzcoa, Vizcaya y Alaba y mucha parte de Rioja, hasta el holmo de Burgos; como por la sepultura que antiguamente los reyes de Navarra tenían en Nájera y otras ciudades y villas que hoy en día parescen las armas de Navarra; anssí como en Logroño y en otros lugares y de poco acá se han borrado...”

Durante el reinado de Enrique II, en 1545 se editó el primer libro en euskara, escrito por Bernart Etxepare, titulado Linguae Vasconum Primitiae. Margarita de Angulema, reina de Navarra, había escrito tres años antes el Heptamerón, colección de relatos eróticos, que no pudo concluir al sobrevenirle la muerte en 1549. Anteriormente la reina Margarita había acogido con buenos ojos los inicios de la Reforma, difundiendo el evangelismo y el platonismo.

En 1555, tras la muerte de Enrique II, le sucede en el trono Juana III de Albret, casada en 1548 con Antonio de Borbón, enlace celebrado en Moulins. Este matrimonio fue promovido por otro Enrique II, nuevo rey de Francia. La reina Juana III de Navarra era una mujer de gran talento, extraordinaria cultura, firme carácter, inquebrantables energías, elevadas ideas y bondadosos sentimientos.

Juana III y Antonio I de Navarra continuaron reclamando las tierras navarras del sur del Pirineo, en poder de las tropas españolas. La reina Juana III llegó a presentarse, junto a su esposo y varios caballeros navarros, en la frontera impuesta por los españoles. Allí les esperaba el ejército ocupante, que negó a los legítimos reyes de Navarra visitar el país y entrar en su territorio. Hoy en día este acto se recuerda con una leyenda en torno a los días en que la niebla se apodera de la selva del Irati.

Pero las reclamaciones de la devolución de las tierras navarras del sur de los Pirineos no solo fueron simbólicas. Los monarcas utilizaron la diplomacia internacional, llegando incluso a enviar una carta al papa Pío IV, en diciembre de 1560, con una oración solemne de adhesión, buscando con ello la recuperación de todas las tierras perdidas.

La reina Juana III de Navarra, en 1560, introdujo la Reforma en el Reino de Navarra y en el vizcondado del Bearne, divulgando el calvinismo desde el año 1561. El príncipe de Viana, Enrique, fue educado junto a su hermano conforme a las ideas religiosas de esta reina. Uno de estos profesores era el reformador español Antonio del Corro, acogido en la Corte navarra.

La primera guerra de religión ocurrida en el reino de Francia no llegó a afectar a Navarra, ni al vizcondado del Bearne. La reina se opuso y resistió a jesuitas e inquisidores cuando intentaron establecerse en el reino, al temer por la integridad y las conciencias de los suyos, tras conocer las atrocidades sufridas por los navarros a manos de la Inquisición en los valles de mayoría agramontesa, en la Navarra ocupada.

La religión calvinista fue implantada en la Navarra libre como la religión del Estado. Así, la reina Juana III de Albret ordenó la traducción del Nuevo Testamento al euskara a Joannes Leizarraga en el año 1571, con la intención de que la palabra de Dios sería accesible para el pueblo llano.

El señor de Luxe, casa perteneciente al bando de Beaumont durante la guerra civil y en la ocupación del reino en 1512, enfrentada con la casa de Agramont desde el siglo XIV, apoya militarmente a los clérigos católicos en Navarra. Siendo como era esta casa partidaria de la unión con España, se alza contra la reina de Navarra en las guerras de religión, por defender la religión católica. De nuevo las viejas rivalidades entre los bandos salen a relucir en una nueva guerra. Enfrente se le opone de nuevo un notable agramontés, el señor de Agramont, que aceptaba la Reforma y era partidario de la reina, y con ello de la independencia de reino.

Los católicos y proespañoles se levantaron en armas a comienzos del año 1568, expulsaron a los ministros hugonotes, y se apoderaron de varios castillos. El joven Enrique, príncipe de Viana, intervino consiguiendo una paz entre ambas facciones. La reina Juana III de Navarra otorgó el perdón a los rebeldes, y proclamó la libertad de conciencia mediante el Manifiesto de los Gentileshombres y del pueblo de Navarra.

La guerra religiosa prosiguió entretanto en el reino de Francia. Así en 1569, el barón de Terride, en nombre de Carlos IX, ocupó el señorío de Bearne y restableció el catolicismo. El señor de Luxe le ayudó en el asedio a Navarrenx, en cuya plaza se había encerrado el barón de Arros, un jefe hugonote. España, junto al emperador de Roma, apoyó a los católicos contra Navarra.

La reina Juana III encomienda la recuperación del señorío de Bearne y los puestos ocupados por los católicos en el reino al conde de Mongome. En agosto de 1569 levantaron el asedio de Navarrenx y tomaron Orthez. El lugarteniente de Juana III ordenó la toma de los bienes eclesiásticos y el 28 de enero de 1570 quedó abolido en el señorío de Bearne el ejercicio de la religión católica.

Por otro lado, las tropas de la reina derrotaron a los católicos en el reino, tomaron Donibane Garazi, destruyeron las iglesias y expulsaron al señor de Luxe del castillo de Maule. Se prohibió el ejercicio del culto católico y se designó como gobernador de la castellanía de Donibane Garazi a un hugonote. Sin embargo la religión católica permaneció gracias al ejercicio de libertad y tolerancia que promovía la reina Juana III, que seguía el consejo en la Corte celebrada en La Rochelle y tras la demanda de libre culto religioso realizada por los Estados de Navarra en el año 1571.

La reina Juana III de Navarra, en pos de una paz duradera con el Reino de Francia, promovió un matrimonio entre el príncipe de Viana y Margarita de Valois, hermana del rey francés Carlos IX, a lo que se oponía el joven príncipe de Navarra. En 1572 la reina de Navarra fue envenenada en París. Enterado de la noticia Enrique III, ya rey de Navarra, entra en París junto a 900 caballeros navarros vestidos de negro, color de los hugonotes.

La boda no se suspende y se celebra en París entre un rey protestante y una hermosa princesa católica. Esta boda no contaba con el apoyo del papa, y se realizó en la puerta de la iglesia de Nôtre-Dame, por las creencias religiosas de Enrique III de Navarra.

En la noche de S. Bartolomé del mismo año, los católicos atacaron a los rebeldes protestantes, como siempre con la excusa de la herejía y la religión. Fueron asesinados en Francia unos cien mil, protestantes en su mayoría, y con ellos la mayor parte del séquito de 900 navarros del rey de Navarra. Éste fue hecho prisionero y obligado a establecer el catolicismo como religión del reino de Navarra, teniendo que permanecer en la Corte de París.

Ese mismo año consigue huir de París. Abjura de la religión católica y de inmediato se pone al mando de las tropas hugonotas en la cuarta guerra de religión, conocida como la guerra de los tres Enriques, que implica el propio rey de Navarra, el nuevo rey de Francia y Enrique I de Guisa, que se negaba a que un rey protestante accediera al trono de Francia.

Enrique III de Francia muere en el año 1589, y ello permite al rey de Navarra convertirse en rey de Francia. Enrique III de Navarra mantuvo una guerra abierta contra la Liga Católica, el papa y el rey de España, Felipe II, que se negaban a reconocerlo como rey de Francia. En algún momento Enrique III tuvo que retirarse a Navarra, donde preparó un ejército que le facilitó el acceso al trono francés, por la vía militar.

Ya en el año 1585 el papa Sixto V había excomulgado por hereje a Enrique III de Navarra. Las tropas hugonotas consiguieron algunas victorias, pero París resiste gracias al apoyo de las tropas españolas mandadas por Alejando Farnesio. En 1593, el rey de Navarra se convierte al catolicismo para conseguir el trono de París, haciendo realidad una de las profecías de Nostradamus, realizada a Catalina de Medicis y al propio Enrique III de Navarra, cuando el navarro le fue presentado por Carlos IX de Francia. Esta conversión se resume en la célebre frase que se le atribuye:

“París bien vale una misa”.

Esta coronación no supuso la unión de los reinos, ya que Enrique III de Navarra y IV de Francia mantuvo la independencia de Navarra, cuyas Cortes legítimas estaban en Pau, mientras que en Donapelau se continúa acuñando la moneda navarra. En 1598 firma la paz de Vervins con el reino de España. Es un tratado sobre el conflicto existente en Flandes entre Francia y España, pero el rey navarro introduce una clausura negándose con ella a legitimar la anexión forzosa de las tierras del sur del Pirineo, pendiente desde la invasión militar de 1512.

Ese mismo año 1598, firmó el Edicto de Nantes, que reconoce la libertad de religión en Francia y Navarra, e intentó que se extendiera a los demás reinos europeos, legitimando el protestantismo y poniendo las bases para acabar con las guerras de religión en Europa, que en menos de un siglo costaron millones de muertos.

Esta decisión le supone una nueva excomunión. Enrique III de Navarra y IV de Francia, fue asesinado en París por el jesuita Ravaillac en 1610. El reino de Navarra permanece como estado soberano 10 años más.

En el Fuero de Navarra una de las condiciones para el nombramiento del Príncipe de Viana, título del heredero de la corona, era que debía ser educado en la Corte de Navarra y en el respeto a las leyes del reino. El futuro Luís XIII de Francia, en cambio, permaneció en la Corte extranjera de París, y fue educado en la religión católica por el cardenal Richelieu durante 10 años.

En 1620 visitó las Cortes de Pau, restauró la religión católica en Navarra y el vizcondado del Bearne y prohibió la religión hugonote en todos los territorios bajo su dominio. Disolvió militarmente las Cortes de Navarra y del Bearne ese mismo año y realizó el decreto de unión desde las Cortes de París: Navarra quedaba anexionaba de forma ilegítima al reino de Francia.

Los Estados Generales de Navarra perduraron aún y todo, pero cada vez con menos competencias, en el parlamento de Pau. El rey francés intentó suprimirlos por completo en 1632, sin conseguirlo. La llama soberana de Navarra se apagó en el año 1620, pero el rescoldo siguió humeando hasta el año 1789, es decir, hasta la Revolución Francesa, a la espera de volver a ser encendida por los navarros algún día.

NABARRAKO ERESERKIA

Nabarra, reflexiones de un Patriota

Reflexiones de un Patriota by Iñigo Saldise Alda

ASKATASUNA = Baskoinak x Nafar Paradigma

"PRO LIBERTATE PATRIA GENS LIBERA STATE"

"Aberri askearen alde jende librea jaiki"

"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"

Navarre shall be the wonder of the world

by WILLIAM SHAKESPEARE

EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

©NABARTZALE BILDUMA 2011

©NABARTZALE BILDUMA 2011