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2020/05/19

En un libro de escudos (V) Mariscal de Nabarra


En un libro de escudos (V) Mariscal de Nabarra
Iñigo Saldise Alda

Nuevamente y a modo de continuación, este escrito ha sido realizado esta vez en el 20º día en el cual puedo salir a pasear, al relajarse ligeramente las condiciones de confinamiento del estado de alarma existente en la colonia de Nabarra encadenada, sometida, sojuzgada y subordinada por el Reino de España al sur del Pirineo; el cual es debido por la pandemia Mundial ocasionada por el coronavirus COVID-19.

Esta vez, siguiendo con estos trabajos histórico-heráldicos, provocados por la revisión de un manuscrito fechado entre los años 1701 y 1800, cuyo título es Libro de escudos de diversos linajes españoles, me voy a detener en el presente trabajo, en el escudo del mariscal de Navarra, dentro de una copia del denominado en su índice como de Azcarraga, al que como ya he dicho con anterioridad, fue realizado a finales del siglo XVI por Pedro de Azcarraga, siendo éste rey de armas de Nabarra, bajo subordinación al Reino de España, entre los años 1577 y 1593.
 
Mariscal de Nabarra
Izquierda: Libro de armería del Reino de Nabarra.
Derecha: Libro de escudos de diversos linajes de España.
Así pues, el escudo del mariscal de Nabarra que aparece en este manuscrito discrepa levemente, en el diseño de los leones, con el que aparece en el libro de armería del Reino de Nabarra, el cual se recopiló entre los años 1572 y 1575.

Este escudo perteneció más concretamente, al último poseedor de este cargo público-militar dentro del Estado de Nabarra, y siendo más concretos a Pedro de Nabarra y (Enríquez de) Lacarra, VI mariscal del Reino de Nabarra.

Pedro de Nabarra y (Enríquez de) Lacarra, nació en torno al año 1454. Heredó, muy a su pesar, en el año 1480 los títulos de vizconde de Muruzabal de Andion, el señorío de Val de Izarbe, la casa palaciega de Eusa y diversas pechas tras el asesinato a lanzadas de su hermano mayor Felipe, a manos de Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza, condestable de Nabarra, ricohombre de Nabarra, conde de Lerin, barón de Guiche, señor de Asiain, San Martin de Unx, Casteillon, Beire, Mauleon, Arroniz, Mistala, Benilloba, Noailhan, Mendabia y Curton, además de ferviente seguidor de su cuñado el rey Fernando II de Aragón y Sicilia, consorte como V de Castilla y León, siendo este último su mayor apoyo, condicionado a que el español accediera al trono de la Corona y Reino de Nabarra. Asumió de manera inmediata la jefatura del bando agramontés, el cual apoyaba a Francisco de Foix y Trastamara, conocido como Febus, rey I de Nabarra, conde de Foix, conde de Bigorra-Bigorre y vizconde de Biarno-Bearn, siendo nombrado ricohombre de Nabarra y también como mariscal de Nabarra, esto último de forma provisional por la regente de Nabarra y princesa viuda de Biana Magdalena de France-Valois-Capétiens y Anjou-Valois, a través del infante nabarro, consejero de la regente de Nabarra, gobernador de Nabarra, cardenal y obispo de Vannes Pedro de Foix y Trastamara.

Por ello y con vistas a coronar a Francisco de Foix y Valois-Capétiens como rey de Nabarra, los infantes nabarros Pedro y Jaime de Foix y Trastamara, llevaron a cabo un acto sincero de reconciliación entre el mariscal de Nabarra y el conde de Lerin en Tafalla, haciéndoles comulgar juntos. Pero mientras Pedro de Nabarra y Lacarra creía sinceramente que dicho acto suponía la paz entre agramonteses y beaumonteses, el conde de Lerin Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza había preparado el asesinato del mariscal de Nabarra.  Así pues, al día siguiente del supuesto acto de conciliación, Pedro de Nabarra y Lacarra partió desde Tafalla a Lizarra-Estella, confiado y contento. Pero el conde de Lerin lo asaltó en Añorbe, pero el mariscal de Nabarra, con la ayuda y favor de uno de los hombres del conde de Lerin, el señor de la casa de Olcoz y alcaide de Unzue Arnaldo de Otza, se libró de las garras del conde de Lerin a carrera limpia con los demás que le acompañaban, pero fueron perseguidos por las tropas del conde de Lerin, las cuales mataron al arcipreste de Mendigorria y al bastardo de Garro Leon de Garro, dejando y dando por muerto a Jaime Belez de Medrano. Desde entonces en todo el Reino de Nabarra se decía: “que hombre que comia con él [con el conde de Lerin] no sabia donde habia de cenar”.

Pese a todo esto, el malestar gruñón y antipatriótico de Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza y especialmente gracias al buen sentir y ser patriótico de Pedro de Nabarra y Lacarra, el día 3 de noviembre del año 1481, el heredero a la Corona de Nabarra entró en la ciudad de Iruinea-Pamplona para ser titulado de forma legal, según, el Fuero, la Constitución y las Leyes del Estado de Nabarra, como rey de Nabarra. Con él entraron 1500 caballeros y una multitud de infantes, casi todos ellos provenientes del vizcondado de Biarno-Bearn. Cabe destacar que fue el perverso conde de Lerin, en un acto más simbólico que real, quien entregó las llaves dela ciudad  al joven monarca nabarro.

Así pues, el día 8 de diciembre de ese año, concretamente en la catedral de Iruinea-Pamplona, fue donde se realizó la ceremonia solemne de la coronación, encontrándose presentes todas las personalidades del Reino vascón, los ricohombres de Agramont, Luxa, Peralta, Lerin-Beaumont, Echalecu y Sant Per-Beaumont, Ezpeleta, Domezain, Lacarra y como no, Pedro de Nabarra y Lacarra, a uien un año antes le había sido confirmado su continuidad provisional en el oficio de mariscal; junto a demás nobles, infanzones y caballeros, religiosos, universitarios y síndicos del Reino de Nabarra.

Pedro de Nabarra y Lacarra fue finalmente nombrado legal y formalmente para el oficio de mariscal de Nabarra, tras el juramento a los Fueros realizado por Catalina de Foix y Juan de Albret; ocurriendo todo esto antes de la representación misma de la coronación como reyes de Nabarra llevada a cabo en la Catedral Santa María la Real de Iruinea-Pamplona el día 12 de enero del año 1494.

Además desde los primeros días de reinado oficial de Catalina I de Nabarra y su esposo y consorte Juan III de Nabarra, Pedro de Nabarra y Lacarra llevó a cabo funciones de embajador en la Corte española de los reyes católicos. Por ello, el día 7 de octubre del año 1498, casó con la cortesana de la reina Isabel I de Castilla y León, consorte de Aragón y de Sicilia, la dama Mayor de la Cueva y Mendoza, hija a su vez del duque de Alburquerque, conde de Ledesma y Huelma Beltrán de la Cueva y Mercado. Dicho enlace matrimonial se solemnizó en el palacio Real de la Aljaferia de Zaragoza junto a los reyes católicos de España, Fernando e Isabel; además para dicho enlace los reyes de Nabarra, Catalina y Juan, otorgaron al mariscal de Nabarra 3000 escudos de oro. Tras los festejos el mariscal y su esposa fueron a Tafalla a la casa del patrimonio del mariscal de Nabarra, donde éste podía desempeñar mejor sus funciones militares en defensa del Reino de Nabarra, principalmente contra un enemigo interno, el conde de Lerin.

Un poco antes y estando aun en soltería, Pedro de Nabarra y Lacarra tuvo un hijo de suelta con una doncella de la familia de los Hualde de Baquedano, el cual se llamó Francisco de Nabarra y Hualde, cogiendo posteriormente los hábitos de la orden religiosa de San Agustín.

El día 28 de abril del año 1504, Pedro de Nabarra y Lacarra, mariscal del Reino, fue el padrino del infante Enrique de Albret y Foix, llevándolo hasta la pila bautismal situada en la Catedral Santa María la Real de Pamplona. Entre los cincuenta nobles y caballeros de la comitiva, destacaba también la presencia del Consejero Real, Juan de Jaso. A los pocos días Enrique de Albret y Foix era designado como príncipe de Biana y por consiguiente heredero al trono del Reino de Nabarra. Después de ello, fue prometido en matrimonio con Isabel, hija de la princesa de Asturias y Girona Juana de Trastamara-Aragón y Tratamara-Castilla, y de su esposo el duque de Borgoña, Brabante, Limburgo y Luxemburgo, conde de Flandes, Habsburgo, Henao, Holanda y Zelanda, Tirol y Artois, y señor de Amberes y Malinas, entre otras ciudades, Felipe de Habsburgo y Avis-Portugal.

En el año 1506 y gracias a la labor diplomática de Pedro de Nabarra y Lacarra, junto a Fernando de Egüés, prior de Roncesvalles, se llevó a cabo una alianza y confederación entre Juana I  de Castilla y León, junto con su marido y negociador en el acuerdo, el rey consorte Felipe I de Castilla y León, en nombre de los reyes de Nabarra Catalina I y Juan III. El rey consorte de Castilla y León, duque de Borgoña y Brabante,…, Felipe de Habsburgo y Avis-Portugal, prometió proteger ante cualquier enemigo y solo como aliado, al Estado confederado de Nabarra y Biarno-Bearn. Tampoco daría asilo a nabarros o bearneses culpables de traición a la Corona de Nabarra, en cualquiera de sus Estados, niemtras que Nabarra haría lo mismo con los traidores a Castilla. También, los reyes Catalina I y Juan III de Nabarra se opondrían a la entrada en el Reino de Nabarra y en el vizcondado de Biarno-Bearn, de tropas extranjeras y enemigas del Reino Castilla y León. Se estipuló a su vez, la libertad de comercio entre los Estados de los reyes aliados y además, los reyes nabarros aseguraban la paz y la seguridad de los castellanos asentados en el Reino de Nabarra.

En el año 1511, el embajador nabarro en la Corte de España y mariscal del Reino de Nabarra Pedro de Nabarra y Lacarra, poseía mediante la fórmula de compra, la pecha de los labradores del lugar de Murugarren. También contó por donación del hostal de la casa Real de Nabarra, de las pechas de Legaria, Muez, Cabrega, Mirafuentes, Ubago, Mendaza, Asarta y Anzin.

Ya en el año 1512 y más concretamente tras la batalla de Ravena del 11 de abril, donde se enfrentaron tropas aliadas papales y españolas contra las tropas coaligadas del ducado de Ferrara y del Reino de France, el rey español Fernando de Trastamara-Aragón y Enríquez, solo piensa en invadir, ocupar y someter a los habitantes de los Estados neutrales de la Corona de Nabarra. Es por ello, que el día 13 del mes de abril, Pedro de Nabarra y Lacarra capitaneó una embajada nabarra junto a Juan de Jaso y Atondo, con rumbo a la Corte española. Llegaron el día 20 del mismo mes a Burgos, y allí se produjo una reunión entre el rey español y católico Fernando de Trastamara-Aragón y Enríquez con los embajadores nabarros, el mariscal de Nabarra y el presidente del Consejo Real de Nabarra, junto a otros principales caballeros nabarros, en la que se solicitaba por parte del rey de España, el paso de tropas españolas por el Estado de Nabarra y Biarno-Bearn, para hacer la guerra contra el Reino de France. Los nabarros le indicaron que el Reino de Nabarra y el vizcondado de Biarno-Bearn eran neutrales en la guerra entre la Liga Santa (España, Inglaterra, Estados Pontificios, Suiza, Sacro Imperio Románico Germánico  y Venecia) y el Reino de France, pero a su vez, ofrecieron a cambio 100 lanzas para servir al católico monarca español en sus guerras por la Italia. Pero el rey español no estaba por la paz y a finales del mes de mayo promovió conflictos fronterizos entre el Estado de Nabarra y el estado de España, concretamente entre las localidades de Sos y Zangotza-Sangüesa.

El día 10 de junio los españoles invaden el Reino de Nabarra por desde la provincia castellana de Guipúzcoa-Gipuzkoa ocupando militarmente la localidad de Goizueta.

SigPese a ello, los embajadores nabarros  siguieron intentando evitar la guerra y mantener con ello la paz existente en el Reino de Nabarra desde el año 1507, tras la expulsión del desnaturalizado de su condición de noble y de nabarro, Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza, ya a finales de ese mes de junio, el mariscal de Nabarra y el presidente del Consejo Real, ofrecieron a Fernando II el juramento de las Cortes de Nabarra de no permitir el paso por el Reino de Nabarra de ningún tipo de tropas y explícitamente de aquellas consignadas para atacar al Reino de España, e incluso a cualquier otro miembro de sus aliados en la Liga Santa. También se ofreció en poner varias fortificaciones nabarras en manos de alcaides nabarros designados de común acuerdo con el rey español. Pero el rey español no estaba por la paz y promovió conflictos fronterizos entre las localidades de Sos y Zangotza-Sangüesa.

El 17 de julio se hizo público por parte de Fernando V de España un falso tratado de Blois, en el que se narraba falsariamente como un pacto de agresión contra el Reino de España, un acuerdo entre los reyes de Nabarra y el rey de France, También en ese día, el mariscal Pedro de Nabarra y Lacarra seguía realizando infructuosamente los últimos intentos diplomáticos buscando con ello mantener la paz con los españoles. Finalmente, el día 18 de julio en Blois se firmó un Tratado donde no había alianza militar para agredir o invadir el Reino de España por parte de un ejército aliado nabarro-francés, que los embajadores de los reyes Catalina I y Juan III de Nabarra se mostraron siempre como neutrales ante el conflicto entre la Santa Liga y el Reino de France.

“(…) tomaré de fuerza lo que me niegan de buen grado”. Palabras esclarecedoras del falsario y católico rey español Fernando de Trastamara-Aragón y Enríquez a los sinceros nobles diplomáticos nabarros y católicos, el mariscal del Reino de Nabarra Pedro de Nabarra y Lacarra y el condestable del Reino de Nabarra Alonso Carrillo de Peralta y Acuña.

El día 19 de julio los ejércitos españoles de Fernando II de Aragón, I de Granada, III de Nápoles y II de Sicilia, además de rey viudo y padre-regente V de Castilla y León, invadieron el Reino neutral de Nabarra, con la inicial y falsaria excusa de combatir al cismático rey de France. En dicho ejército invasor estaba el hijo de Luis de Beaumont y Nabarra-Esparza, con el título español de marqués de Huescar Luis de Beaumont y Aragón-Avellaneda.

El mariscal de Nabarra se replegó al Reino de Nabarra al galope junto a los demás embajadores nabarros, llegando a tiempo a Irunberri-Lumbier el día 28 de julio, donde estaba el rey consorte Juan III de Nabarra preparando la defensa militar del Reino de Nabarra. Pero finalmente y debido a la obligada tregua de Iruinea-Pamplona del día 29 de julio, el mariscal de Nabarra tuvo que hacerse cargo de la escolta del rey consorte Juan III de Nabarra y junto a otros leales patriotas nabarros se refugiaron en el vizcondado de Biarno-Bearn.

Tras la invasión y ocupación militar española del Reino de Nabarra, el mariscal de Pedro de Nabarra y Lacarra partió como delegado y diplomático de los reyes de Nabarra hasta la ciudad de Logroño. En ese lugar y tras mostrarle la primera falsaria Bula Pontificia, el católico mariscal de Nabarra fue obligado por el rey español Fernando de Trastamara-Aragón y Enríquez, a rendirle juramento de fidelidad bajo la pena de ser excomulgado al igual que los reyes Catalina I y Juan III de Nabarra.

Pero Pedro de Nabarra y Lacarra tras huir de Logroño, se desdijo de un juramento no querido, y participó de forma activa en el primer intento de liberación del Reino de Nabarra llevado a cabo en ese mismo año 1512.

“(…) que se extienda la llama sagrada de la libertad entre las gentes de Nabarra. (…)” Mensaje dado a las tropas nabarras de liberación del año 1512 por el noble patriota nabarro, ricohombre, caballero y mariscal de Nabarra, vizconde de Muruzabal, señor de Val-de-Izarbe y palaciano de Eusa, Pedro de Nabarra y Lacarra.

Pero la ofensiva libertaria fracasó y nuevamente el mariscal de Nabarra se retiró al vizcondado de Biarno-Bearn, concretamente a la ciudad de Pau, donde se instaló la legal y legítima Corte del Reino de Nabarra.

El mariscal de Nabarra volvió a la senda diplomática por mandato de los reyes Catalina I y Juan III de Nabarra. Esta vez se puso al frente de una delegación nabarra que se presentó ante el nuevo señor de Roma, el cual había sido nombrado en el año 1513, León X, buscando con ello lograr un veredicto papal por el cual se llegase a restituir las tierras ocupadas por los españoles a sus legítimos dueños, los reyes de Nabarra. Pero una vez más, el Estado Vaticano dio largas a los nabarros defiendo a los españoles.

A finales del año 1515, más concretamente el día 13 de diciembre, nuevas instrucciones de los reyes Catalina I y Juan III de Navarra, llegaron al mariscal Pedro de Nabarra y Lacarra, su embajador ante el papa León X. Los reyes exponían que siempre habían sido fieles al papa, al igual que sus antecesores los reyes de Nabarra y los señores de Biarno-Bearn. El mariscal de Nabarra debía insistir al papa que fuese admitido a prestar el juramento de obediencia en nombre de los reyes nabarros y si aquel no aceptaba argumentando los falsos derechos del rey español Fernando, el mariscal de Nabarra demostraría con legítimos argumentos el carácter usurpador del soberano español. Del mismo modo demostraría que el tratado de Blois no iba contra los intereses del papa, de modo que la excomunión, supuestamente emitida por el papa Julio II, carecía de valor legal alguno, tanto en Derecho Canónico como en Derecho Internacional. Pero el jefe de la Iglesia Católica de Roma y de los Estados Pontificios, nuevamente se negó a recibir al delegado de los reyes nabarros, el devoto católico y mariscal de Nabarra Pedro de Nabarra y Lacarra.

A comienzos del año 1516, el rey consorte Juan III de Nabarra envió una delegación diplomática, nuevamente encabezada por el mariscal de Nabarra, a la ciudad de Valença-Valence, para entrevistarse con el rey François I de France, y pedirle socorro militar para combatir a los invasores y ocupantes españoles, en cumplimiento de los pactos de alianza suscritos entre los reyes nabarros y el joven rey francés.

El día 23 de enero murió el falsario rey católico Fernando V de España, artífice de la ilegal y violenta invasión, con la consiguiente ocupación y colonización, de gran parte de las tierras del Estado pirenaico de Nabarra. Tras conocerse la noticia del fallecimiento del rey católico y español en la Nabarra libre, dicha información fue transmitida rápidamente a la delegación que estaba en Valença-Valence. Los diplomáticos nabarros, con el mariscal de Nabarra a la cabeza, instaron al rey de France de que era el momento ideal de armar un nuevo ejército para con él, liberar a las gentes del Reino de Nabarra que sufrían la violenta ocupación española.

Pero el rey de France tenía vigente un tratado de no agresión con el príncipe de Asturias, que tras la muerte de su abuelo también era el gobernador general de España Carlos de Gante, y además la única intención del rey francés era la de asentar su ganancias en el ducado de Milano y por ello, dio largas a la embajada de sus supuestos aliados los nabarros. Eso sí, el supuesto aliado francés instó al rey consorte de Nabarra, mediante carta del día 12 de febrero, a actuar por su cuenta y sin apoyo suyo.

“(…) Haréis más ahora con 200 lanzas y 4.000 hombres de a pie, que de aquí a seis semanas con cuatro veces esa cantidad. (…)”

El mariscal de Nabarra y el ricohombre de Nabarra y señor de Luxa Juan de Luxa y Beaumont, a la cabeza de 2.000 hombres de armas nabarros, se posicionó en la costa labortana frente a las costas de la castellana provincia de Guipúzcoa-Gipuzkoa, esperando la señal de iniciar la liberación de las tierras nabarras ocupadas por los españoles. La distracción que provocó este movimiento de tropas nabarras entre los ejércitos del Reino de España, facilitó el paso por los Pirineos de diversos correos, cuyos mensajes tenían como objetivo, el de alzar el espíritu libertario entre la población nabarra, alentar a los nobles nabarros que no se habían refugiado en el vizcondado de Biarno-Bearno, incluido dicho llamamiento patriótico nabarro era para aquellos nobles que habían jurado obediencia al rey de España, predisponiéndolos así para unirse contra el ejército de ocupación extranjero  español.

Finalmente, el mariscal de Nabarra, junto a sus tropas, se replegó al vizcondado de Biarno-Bearn, donde se encontraba el cuartel general del ejército libertador nabarro.

A mediados de marzo, siguiendo el plan trazado el mariscal de Nabarra partió desde Sauveterre de Biarno-Bearn con 1.200 hombres dearmas, encontrándose  entre ellos su lugarteniente Pedro Enríquez de Lacarra y Peralta, el vizconde de Valderro y barón de Ezpeleta León de Ezpeleta y Echauz, el barón y señor de Garro, señor de Ortzaize, Atizain, Lucurrain y Mendiondo Johan de Garro, el señor de San Martin de Amezcoa Iohan Ramírez de Baquedano, el señor de Salajusan Bernard de Sallejusan, el capitán de los reyes de Nabarra y señor de Olloki Juan de Olloqui y Jaso, el capitán de los reyes de Nabarra y señor de Sotés, Aós y Pozuelo Juan de Azpilcueta y Jaso, el señor de Lizarraga Luis de Lizaga, el señor de Orisoain, Eristain y Suasti Pedro de Camon, el señor de Martxueta-Masparrauta y Gabat Guillaume Arnaud de Masparraute, el señor de Alzate Juan de Alçate, el señor de Peña Frantzes de Ezpeleta, el señor de Garrütze-Garritz Arnaulton de Iribarne, (…), los capitanes de los reyes de Nabarra Jaime Belaz de Medrano y Valentin de Jaso y Lerroux-Lerrutz, Espinalete o Miguel de Espinal hijo, el condestable de Nabarra Antonio Carrillo de Peralta y Velasco, Rodrigo de Alçate, Fernando de Ayanes, Miguel de Jaso y Lerroux-Lerrutz, el señor de Rada y Traibuenas Carlos de Mauleon y Nabarra, el bachiller Arnault de Sarhy-Sarria, Martin de Goyni y Gurpide, el hijo del hermano bastardo de éste y escudero Johan de Goñi y Eza, junto a miembros de los linajes de Eslaba, de Bergara, etc…

El día 17 de marzo Pedro de Nabarra y Lacarra junto a su ejército de liberación, penetraron en el valle de Erronkari-Roncal. El objetivo era avanzar hasta Orreaga-Roncesvalles y contactar con la otra columna del ejército de liberación capitaneada por el rey consorte Juan III de Nabarra, pero los soldados españoles habían cortado ya cualquier vía de comunicación entre ambos, además de haber sometido el objetivo táctico de los legitimistas o patriotas nabarros. Estos objetivos eran la liberación de la villa de Zangotza-Sangüesa y además, se encontraron con que Burgi había sido reforzado, por el capitán español Amézcoa, con soldados españoles encuartelados en Irunberri-Lumbier. Igualmente una tormenta de nieve dejó prácticamente aisladas a las tropas del mariscal de Nabarra, pero al menos se le unieron a ellos 120 ballesteros roncales capitaneados por Petri Sanz o Sánchez.

Ya era Semana Santa y las tierras nabarras estaban todavía nevadas, pero toda la población de toda Nabarra aclamaba la entrada de las tropas de liberación al grito de:

 “¡La resurrección y el Mariscal llegan al mismo tiempo!”.

El mariscal de Nabarra ordenó tomar rumbo al valle de Zaraitzu-Salazar, donde las tropas nabarras de liberación fueron recibidas por los habitantes de los diferentes pueblos que pasaban con alegría y entusiasmo, ofreciéndoles incluso alojamiento en sus casas.

En Otsagabia-Ochagavia, el jefe del ejército nabarro de liberación realizó requerimiento de tropas en base a la llamada de apellido en defensa de la libertad del Estado vascón, ante la ocupación militar de invasores extranjeros. Dicha llamada estaba amparada en los Fueros del Reino de Nabarra. El alcalde de dicho pueblo pidió tiempo para convocar el batzarre del valle, prometiendo cuando menos 300 hombres. Lo mismo hizo el alcalde de Aezkoa desplazado hasta ahí, prometiendo también otros 300 hombres.

El día 23 de marzo la avanzadilla del ejército nabarro pudo observar el monasterio y el hospital de la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles, pero en la llanada de Auritz-Burguete se veían los estandartes de los españoles, con numerosas tiendas y un continuo devenir de millares de soldados enemigos.

La comarca de Orreaga-Roncesvalles había sido saqueada y quemada por las tropas españolas del coronel Cristóbal de Villalba y González. La villa había sido abandonada por sus habitantes, además los espías nabarros enviados no llegaban con buenas noticias. La insurrección patriótica nabarra había sido brutalmente oprimida por los españoles, y el ejército capitaneado por el rey consorte Juan III de Nabarra se había estancado en Donibane Garazi. Pero lo más preocupante para el mariscal de Nabarra fue la escasez de suministros y la imposibilidad de recibirlos a corto plazo.

Por estos motivos Pedro de Nabarra y Lacarra decidió volver al valle de Erronkari-Roncal, donde la situación se agravó más al estar cerrado uno de los puertos pirenaicos por la gran acumulación de nieve.

El mariscal de Nabarra ordenó la rendición y junto a otros  nobles nabarros se entregaron a las tropas del invasor-ocupante español, bajo las leyes caballerescas, lo que permitió la libertad de todos sus hombres.

Jaime Belaz de Medrano y Juan de Azpilcueta y Jaso, junto algunos pocos más, consiguieron escapar de las sanguinarias tropas españolas del coronel Cristóbal de Villalba y González, que contaba con los capitanes Miguel de Donamaria, Martín de Ursúa y Remón de Esparza, traidores a Nabarra, atravesando un puerto casi impracticable por culpa de la nieve.

El mariscal de Nabarra y otros 18 prisioneros nabarros, fueron conducidos por Zangotza-Sangüesa hasta la ciudad de Lizarra-Estella por tropas españolas en las que se encontraba el capitán Sancho de Alvear, el cual se retiró de allí a la fortaleza española del Peñón San Juan de Santa María/Chatêau-Pignon, donde estaba destinado.

Pedro de Nabarra y Lacarra, Iohan Ramírez de Baquedano, Juan de Olloqui y Jaso, Frantzes de Ezpeleta, Pedro Enríquez de Lacarra, Antonio de Peralta y Velasco, Valentin de Jaso y Lerroux-Lerrutz, más Petri Sanz o Sánchez, continuaron en calidad de presos hasta el castillo-prisión-fortaleza española de Atienza en Valencia, donde serían encadenados, maltratados y humillados. Por otro lado, Martin de Goyni y Gurpide y su sobrino Johan de Goñi y Eza, fueron puesto en libertad junto al resto de capitanes bajo la promesa de volver a sus casas y ser fieles a la reina española Juana I la loca y a su hijo el príncipe de Asturias y Girona-Gerona, archiduque de Österreich-Austria Carlos de Gante o de Habsburgo. Johan de Goñi y Eza desertó de la causa nabarra y se unió a los (pro) españoles donde estaba ya militando su hermano Martin de Goñi y Eza. El resto de presos nabarros liberados incumplieron lo jurado a los españoles bajo torturas y retornaron al vizcondado de Biarno-Bearn, para ponerse nuevamente al servicio de sus señores naturales, los reyes Catalina I y Juan III de Nabarra.

Dos años después, el mariscal de Nabarra recibió la primera oferta de “perdón” de manos españolas. Esta sería oficializada por parte del Reino de España a cambio de jurar fidelidad al Rey Carlos I de España y V de Alemania. El mariscal de Nabarra rechazó de forma culta y cortesana dicha oferta de perdón, mediante las siguientes palabras:

“Una vez más suplico, con toda humildad posible a su Majestad, se sirva demostrar conmigo la magnificencia que ha de esperarse de semejante Majestad, devolviéndome la libertad entera y el permiso de ir servir a quien estoy obligado. La fidelidad, la limpieza que su Alteza quiere y estima de sus servidores, yo podré guardarla a los míos, y por ello me tornaré cautivo y esclavo de su servicio”.

Esta negativa le supuso su traslado a la prisión-fortaleza de Simancas en tierras castellanas, donde finalmente fue asesinado a cuchillo por los españoles. El día 24 de noviembre del año 1522 apareció su cadáver tras haber manteniendo su fidelidad al Estado de Nabarra, a su Patria nabarra y a sus legítimos gobernantes los reyes de Nabarra. La muerte del mariscal de Nabarra fue ocultada hasta el año siguiente, presentándola, además, como un suicidio, pero realmente fue por su patriotismo nabarro y frases como esta:

“Yo no soy español, ni súbdito de España.”

Pedro de Nabarra y Lacarra fue considerado el único líder que podría unir a todos los nabarros. Además de ser un ferviente patriota nabarro, fue el último mariscal del Reino de Nabarra, ateniéndonos como patriotas nabarros a la legitimidad y legalidad propia de nuestra Nación, siguiendo el Ordenamiento Jurídico propio del Estado de Nabarra, en base exclusivo a nuestro ancestral Derecho Vascón o Pirenaico.

Pedro de Nabarra y de la Cueva e hijo
Armas de los condes, vescondes, etc de
Cataluña, de Castilla, de Portugal
1450-1550
Bayersiche Staats Bibliothek

Pedro de Nabarra y de la Cueva fue hijo del último mariscal del Reino de Nabarra y de una noble castellana. Vivió en la Corte de Nabarra existente en Pau, vizcondado de Biarno-Bearn. En el año 1520 y durante la preparación militar para un nuevo intento de liberación de las tierras ocupadas por los españoles, el rey de Nabarra Enrique de Albret y Foix, le nombró capitán general de Nabarra.

Durante la liberación del año 1521, el hijo del mariscal del Reino de Nabarra que se encontraba preso en la fortaleza española de Simancas, fue el encargado de entrar en la merindad de Zangotza-Sangüesa. En la villa Zangotza-Sangüesa cabeza de merindad, fue recibido con aplausos y rápidamente se prestó a organizar la sublevación contra los españoles. Las tropas nabarras comandadas por el capitán general de Nabarra, eran provenientes de esa merindad. Fueron recibidos de manera gloriosa en Tafalla y en Erriberri-Olite.

El día 30 de junio del año 1521, Pedro de Nabarra y de la Cueva combatió a los españoles en la conocida como batalla de Noain. Inicialmente las tropas nabarras infringieron un serio castigo a las tropas imperiales españolas. Pero la brutal acción de la caballería española, comandada por almirante de Castilla y conde de Melgar Fabrique Enríquez de Velasco, realizó un movimiento envolvente sobre los caballeros nabarros, que no pudieron contrarrestar.

La batalla fue larga y sangrienta, cayendo finalmente la victoria del lado español gracias al trabajo continuo de su artillería. Al anochecer 5.000 nabarros y aliados yacián muertos tras la batalla en los campos de Ezkirotz, Noain y Barbatain. El capitán general de Nabarra Pedro de Nabarra y de la Cueva logró escapar junto a otros señores nabarros.

Nuevamente en el vizcondado de Biarno-Bearne se organizó un nuevo ejército de liberación. Éste estaba formado por un contingente de tropas que se posicionó en el vizcondado de Laburdi. Es en Donibane Lohintzune cuando Pedro de Nabarra y de la Cueva se unió al grueso del contingente nabarro y de su aliado francés. El capitán general de Nabarra, junto a sus hombres, realizó la primera acción militar tomando el castillo de Behobia, donde quedó una guarnición francesa.

El grueso del ejército de liberación cayó sobre la villa costera castellana de Fuenterrabia-Hondarribia. Tras ello comenzó un bombardeo fuerte de sus muros, que logró abrir rápidamente una brecha. El alcaide español que ocupaba la plaza, el ingeniero militar Diego de Vera, ante la grave situación que atravesaban sus tropas después de doce días de asedio, capituló la plaza ente el almirante de France y señor de Bonnivet Guillermo Goufier, siendo el capitán general de Nabarra Pedro de Nabarra y de la Cueva quien tomó el día 18 de octubre del año 1521 la plaza fuerte de Hondarribia, pero en nombre del rey Enrique II de Nabarra.

El señor de Bonnivent estableció una guarnición con 3000 hombres, de los cuales 2000 eran gascones y los otros 1000 eran nabarros a las órdenes de Jacques D'Aillon, señor de Luda, que quedó como alcalde de la plaza "en nombre del rey de Navarra". Por ello la bandera del Estado de Nabarra estuvo ondeando de forma solitaria y a pesar de la intención de los franceses de izar su bandera.

En el año 1522, tras sufrir los nabarros una abrumadora derrota en la conocida como batalla de San Marcial, la plaza de Hondarribia, donde ondeaba el hermoso pendón colorado del Estado de Nabarra, fue sitiada y hostigada por tropas españolas. Estas estaban dirigidas por el capitán general de las fuerzas españolas en campaña y capitán general de Guipúzcoa Beltrán de La Cueva y Toledo, primo de Pedro de Nabarra y de la Cueva.

El emperador Carlos I de España y V de Alemania, excluyó a Pedro de Nabarra y de la Cueva de la “amnistía general” que dictó en el año 1523, confiscando a continuación todos los bienes que pertenecieron a su difunto padre, Pedro de Nabarra y Lacarra, mariscal del Reino, asesinado en el año 1522, en la cárcel de Simancas, por mandato del propio emperador español.

Un año después, el condestable de Castilla Iñigo Fernández de Velasco, llegó a las puertas de Hondarribia junto a numerosas fuerzas españolas, dando comienzo así un firme cerco de la villa costera. Después de un mes y medio de asedio y de haber resistido en una lucha desigual, el día 25 de marzo del año 1524, casi dos años y medio después de recuperar Hondarribia para el Estado de Nabarra, carentes de víveres para la población y para las tropas nabarras, además de estar privados de toda esperanza de socorro, Pedro de Nabarra y de la Cueva se vio forzado a capitular mediante la fórmula de Armisticio, del cual sacaría provecho y beneficio personal.

Así pues, las tropas de reconquista de Nabarra abandonaron la fortaleza y la villa de Fuenterrabía-Hondarribia en formación y con las banderas rojas del Reino de Nabarra desplegadas. Salvo patrióticas excepciones como la de los Olloki, la mayoría de los nabarros que sobrevivieron retornaron a sus casas tras ser “amnistiados” por un rey ajeno o extranjero, de cualquier forma ilegal, el emperador Carlos I de España y V de Alemania.

En cambio, lo primero que hizo Pedro de Nabarra y de las Cuevas, fue presentarse en Simancas para recoger los restos mortales del VII y último mariscal del Reino de Nabarra, su padre Pedro de Nabarra y Lacarra, para enterrarlo en la iglesia de San Pedro de la Rúa de Lizarra-Estella. Los españoles le informaron que la muerte le sobrevino por suicidio, ocultando con ello su asesinato y debilitando con dicha falsaria afirmación, el nabarrismo patriótico de su hijo y del Pueblo de Nabarra.

Ese mismo año y según lo acordado en el armisticio, debiera haber recuperado los títulos, rentas y propiedades que habían sido confiscados por el emperador español a su padre. Estos eran el vizcondado de Muruzabal, junto a los señoríos de Cábrega, Ucar y Auriz, más las pechas de los valles de Berrueza, Valdega y Valdizarbe. Pese a ello, el virrey español de Navarra Francisco de Zuñiga y Avellaneda, se tomó algo más que tiempo a la hora de devolver dichos bienes, los cuales habían pertenecido al último mariscal de Nabarra, y debían ser entregados a su hijo Pedro de Nabarra y de la Cueva. El virrey español contó con la poderosa colaboración del licenciado Juan Rena, lo que provocó que el ex-capitán general de Nabarra se negase a prestar el juramento requerido, además de acordado en el armisticio y obligado por el perdón de Carlos I de España y V de Alemania, viviendo por ello a merced de sus parientes.

El conde de Miranda cesó en el cargo de virrey de Navarra en el año 1529, pasando dicho cargo al conde de Alcaudete Martín de Córdoba y Velasco, al cual finalmente, León de Garro prestó juramento en nombre de Pedro de Nabarra y de la Cueva, siendo nombrado éste como mariscal del Reyno de Navarra por Carlos I de España y V de Alemania, sin contar por supuesto el emperador español con la legitimidad debida para sancionar dicho nombramiento. Además dicho cargo pasaba a ser un título de nobleza de Castilla y además de tener carácter hereditario. Tras ello, el hijo del patriótico y Gran mariscal del Reino Pedro de Nabarra y de Lacarra, pasó a ser un leal servidor más del emperador Carlos I de España y V de Alemania.

Caso con su tía segunda Ladrona Enríquez de Lacarra y Nabarra en septiembre u octubre, según fuentes, del año 1529, con la cual tuvo una única hija y legítima heredera llamada Jerónima de Navarra y Enríquez de Lacarra.

En el año 1530 fue nombrado corregidor de Córdoba y en el año 1532 corregidor de Toledo hasta el año 1537, bajo el mando del cardenal Tavera.

Es en el año 1532, cuando el emperador español le dio licencia para vender varias rentas de sus mayorazgos en la ocupada pro vinci Navarra y comprar así la villa de Cortes. Ya en el año 1537 comenzó como corregidor de Sevilla.

En el año 1539, el emperador Carlos I de España y V de Alemania le otorgó un nuevo título español, nombrándolo así como primer marqués de Cortes.

Cuando el emperador decidió de forma precipitada el ataque contra Argel en el año 1541, Pedro de Navarra se estableció en Cádiz para contribuir a los preparativos. Abandonó esta primera etapa en la asistencia de Sevilla el 7 de julio de 1542, y se dirigió con prisa a su tierra natal ante una supuesta amenaza francesa. Pero ante el traslado de la amenaza a Perpiñán, y superado sin dificultades el juicio de residencia de su plaza sevillana, volvió a ocuparla nuevamente en el año 1544 ocupó cargo de corregidor en Sevilla a hasta el 1548, todavía bajo el mandato del cardenal Tavera.

Dos años antes de abandonar la ciudad de Sevilla, en el año 1546, fue nombrado caballero de la Orden militar y religiosa de Alcántara, tras a ver sido rechazado con anterioridad por la Orden militar y religiosa de Santiago. Ese mismo año el emperador Carlos I de España y V de Alemania le nombra gentilhombre de Castilla. Con la muerte del cardenal Tavera, Pedro de Navarra y de la Cueva marchó a Galicia en el año 1548 donde ejerció de gobernador y capitán general hasta el año 1553, año este, en el cual es nombrado por el emperador español presidente del Consejo de las Órdenes Militares de España. Un año antes ya era miembro del Consejo de Estado español y en el año 1556 alcanzó la cima como leal servidor del rey de España, al ser nombrado como presidente del Consejo de Estado y Guerra.

Murió en Toledo el día 2 de marzo del año 1556 y fue enterrado en el  Monasterio de San Juan de los Reyes, de la Orden de San Francisco.


También tuvo un hijo bastado con la sevillana Beatriz Morales, el cual también se llamó inicialmente como Pedro de Navarra-Cueva y Morales, adoptando éste después el mismo nombre y apellidos que su padre, Pedro de Navarra y de la Cueva. Fue educado por su padre y estuvo con él hasta su muerte. Pasó al servicio de Felipe II de España, llegando incluso a ser el gobernador militar de la plaza de Pamplona-Iruña durante los últimos años del reinado del español.

Asentado en la vieja Iruinea-Pamplona, su principal función fue la de estar al frente de los servicios secretos del virrey de Navarra, manteniéndose en contacto con los espías españoles que residían en el Reino soberano e independiente de Nabarra. Estos fueron Juan de Garro y Sebastián de Arbizu. La información que conseguía éstos, siempre tras filtrar los datos y contrastarlos, la trasmitía directamente a su cuñado el virrey de Navarra y marqués consorte de Cortes Martín de Córdoba y Velasco, y éste, a su vez, la enviaba a la metrópoli colonial de Madrid, más concretamente al secretario del Consejo de Estado.

Contó con gran autoridad y autonomía con respecto al virrey de Navarra. Y no solo en la dirección del entramado de espionaje, ya  que llegó a permitirse recomendaciones al virrey de Navarra, el marqués consorte de Cortes José Martín de Cordoba y Velasco, autotitulado mariscal del Reyno de Navarra por su matrimonio con Jerónima de Navarra y Enríquez de Lacarra, sancionada dicha titulación ilegítima por el propio rey Felipe II de España. Dichas recomendaciones fueron realizadas incluso de forma imperativa, principalmente en los temas de cómo debían tratarse la inteligencia española en las tierras nabarras, tanto en libres como en las ocupadas.


Sus descendientes llegaron incluso a pleitear por los títulos españoles de marqués de Cortes, de mariscal del Reyno de Navarra, etc., aunque finalmente el tribunal navarro de la colonia española de Navarra al sur del Pirineo, la herencia fue otorgada a Miguel de Mauleon y Añues, el cual adoptó como nombre Miguel de Navarra y Mauleon tras recibir dicha herencia.





2020/05/06

En un libro de escudos (IV) El rey o los reyes de Navarra


En un libro de escudos (IV) El rey o los reyes de Navarra
Iñigo Saldise Alda


 Siguiendo con estos trabajos histórico-heráldicos, provocados por la visionada de un manuscrito fechado entre los años 1701 y 1800, cuyo título es Libro de escudos de diversos linajes españoles, me voy a detener en el presente trabajo, en el escudo que corresponde y representa al del Estado-Reino de Nabarra. Primero y siguiendo el índice, a uno que aparece como del Rey de Navarra, dentro del denominado en su índice como de Azcarraga, al ser una copia del realizado a finales del siglo XVI por Pedro de Azcarraga, siendo éste rey de armas de Nabarra, bajo subordinación al Reino de España, entre los años 1577 y 1593.

Así pues, el escudo que aparece en este manuscrito discrepa levemente con el que aparece en el libro de armería del Reino de Nabarra, el cual se recopiló entre los años 1572 y 1575. Dicha discrepancia está en la bloca central, siendo esta una poma redondeada o circular en abismo, en la copia del siglo XVIII, mientras que la bloca central de escudo del libro de armería del Reino de Nabarra del siglo XVI, es de forma romboide o losange en abismo.
 
Escudo del rey de Nabarra en el libro de armería del Reino de Nabarra 1572-1575
Y hablando de diseño, como ya expuse en el primer trabajo de esta serie enlazada de escritos titulados “En un libro de escudos”, los escudos que aparecen en el mencionado manuscrito heráldico están realizados bajo un trazado enmarcado dentro del denominado diseño francés moderno, debido a mi parecer, a la entrada de una dinastía francesa en la Corona de España en el año 1700. Concretamente en la figura del hasta entonces duque de Anjou Felipe de Borbón-Bourbon y Baviera-Bayern, nombrándose desde entonces como rey Felipe V de España.

A lo largo de este siglo XVIII, los borbones gobernaron tanto en el Reino de España como en el Reino de France; pero en éste último no llegó a ser en su totalidad, ya que la revolución francesa del año 1789, acabó sangrientamente con la monarquía borbónica en el país galo, tras la ejecución en la guillotina del rey de los franceses en el año 1792.

Llegado a este punto, debemos hablar de la legitimidad que poseen sobre el Reino de Nabarra la rama borbónica de los Anjou, desde el año 1700 hasta los actuales reyes de España. Para ello debemos retroceder y fijarnos en el Tratado de Utrecht del año 1714, ese mismo por el cual el Reino y la Corona de España cedió, o perdió si quieren, a modo de perpetuidad el Peñón de Gibraltar, al entregarlo a la Corona de England. También en ese Tratado Internacional sin presencia nabarra, el rey Felipe V de España tras la guerra de sucesión al trono español, renunció ante el rey Louis XIV de France (et III de Navarre) a todos los derechos sucesorios sobre la Corona de France que podían recaer sobre él y sobre todos sus descendientes, sin excepción alguna, aceptando a su vez que todos los mencionados y supuestos derechos o beneficios sucesorios, recaían en la persona del delfín de France, Louis de Bourbon-France et de Savoie.

A su vez, este tratado, supuso igualmente para el monarca francés Louis XIV de France, y también para todos sus descendientes sin excepción, la renuncia a litigar o combatir para la adquisición de todos los territorios navarros existentes al sur de los Pirineos, los cuales continuaban, por supuesto, sometidos, subordinados, sojuzgados y encadenados primero a la Corona de Aragón-España, después a la Corona de Castilla, en definitiva a la Corona de España  desde los avatares comprendidos en los años 1512-1513-1515-1521-1530.

Por otro lado, desde el año 1530 los nabarros independientes del norte del Pirineo, finalmente sufrieron la pérdida de su libertad de la mano de un hijo de un rey nabarro, pero que nunca fue nabarro. Esto ocurrió tras ser asesinado en el año 1610 del rey Enrique III de Nabarra y IV de France, por un fanático ultra católico llamado François Ravaillac. Hay que decir que este rey era católico desde el año 1593, pero que había firmado el Edicto de Nantes en el año 1598, otorgando mediante ello la libertad de culto en las tierras de la Corona de France, a similitud de lo realizado anteriormente por su madre en la Corona de Nabarra.

Los Tres Estado del Reino de Nabarra existentes en Donapaleu-Saint Palais, junto a los Estados Generales de Biarno-Bearn sitos en Pau, y ambos pertenecientes a la Corona de Nabarra, enviaron delegados a Paris para pedir a la regente y reina viuda de France Maria de’ Medici y de Habsburgo-Jallegón, que el joven príncipe de nueve años y hasta la muerte de su padre delfín de France Louis de Bourbon-Vendôme y de’ Medici, ya como rey de France pero sin gobierno ni coronación como tal, debido a su minoría de edad, se dirigiese a las tierras de la Corona de Nabarra, para ser educado según las leyes y Fueros nabarros de la Tierra de Vascos y también bajo el Fuero de Biarno-Bearn, ambos regidos bajo un Derecho común o Derecho Pirenaico, los cuales estaba obligado a jurar antes de ser jurado y titulado como rey de Nabarra y príncipe soberano del Biarno-Bearn.

El motivo de dicho movimiento por parte de los nabarrobearneses, fue simple y sencillamente llevado a cabo por un temor más que fundado a una nueva invasión militar, terrorista e ilegal por parte española, a pesar de que en ese año existía una reina titular de Nabarra. Ésta fue la exesposa de Enrique IV de France y III de Nabarra, Margarita de Valois-Orleans-Angoulême y de’ Medici, que hasta la disolución matrimonial del año 1599, era reina consorte de Nabarra y de France, pero para que conservase su título de reina, el rey Enrique III de Nabarra y IV de France, la nombró, sancionó y designó como reina titular de Nabarra, ya que según las normas de la Corona de France y de sus leyes de sucesión dinástica, no podía haber una mujer al mando o ser titular del Reino de los franceses, algo que si era posible en la Corona de Nabarra y a sus leyes dinásticas; por ello, dicha acción no supuso ninguna reacción negativa por parte de la Corte Suprema de Justicia y de la Cancillería de Nabarra, ni tampoco por parte del Consejo Soberano de Biarno-Bearn.

Finalmente, la regente de France Maria de’ Medici y Habsburgo-Jallegón, bajo la recomendación sus consejeros italianos, el mariscal de Ancre y favorito de la reina regente de France Concino Concini y la mariscala de Ancre, marquesa de Ancre y condesa de la Penn, además de hermana de leche de la reina regente de France Leonora Dori Galigai, se negó a que su hijo Louis de Bourbon-Vendôme y de’ Medici, fuera al Reino de Nabarra y Biarno-Bearn, para ser educado “en navarre”, esgrimiendo que su educación como rey de France fue iniciada por su padre en el año 1609 y por tanto, debía continuar dicha enseñanza en Paris. En esto estuvo también de acuerdo su consejera, amiga y  además de celestina en su día, pues fue ella quien le presentó a su difunto marido el rey Enrique IV de France y III de Nabarra, la reina Margarita I de Nabarra, la cual no tenía posibilidad biológica de tener descendencia.

En el año 1614, una nueva delegación nabarrobearnesa se presentó en Paris un año antes de la mayoría de edad del joven Louis XIII de France y con el temor de no tener rey o reina tras la muerte de Margarita I de Nabarra. También con la seria intención de que éste fuera a las tierras de la Corona de Nabarra, donde debía ser educado de forma obligada para poder ostentar y llevar el título de príncipe de Biana y el de príncipe de Biarno-Bearn, paso obligado ello, al menos el primero, para ser posteriormente el poseedor de la Corona y del Reino de Nabarra (Biarno-Bearn incluido). La respuesta de la regente de France fue la misma que hizo en el año 1610.

Es en el año 1615 cuando murió la reina Margarita I de Nabarra, dejando así al Estado-Reino de Nabarra sin jefe o jefa de Estado. Las delegaciones nabarrobearnesas se prodigaron ese mismo año y los siguientes a Paris, sin conseguir una respuesta clara por parte de los consejeros del joven, pero ya, rey Louis XIII de France. Un año después, se unió al Consejo Real de France el obispo católico de Luçon, diputado de los Estado Generales de France, duque de Fronsac y Richelieu, par de France Armand Jean du Plessis. Fue expulsado de dicho Consejo en el año 1617 por el propio rey Louis XIII de France, aunque entrado ya el año 1619 volvió a contar con el favor real.

No fue hasta ese año 1619, cuando la delegación nabarrobearnesa recibió una contestación clara por parte del propio rey Louis XIII de France, tras ser aconsejado por el duque de Luynes, marqués de Albert, gobernador de la Picardie y mariscal del Reino de France Charles d'Albert et of Rodulf. Dicha contestación fue la de que los Tres Estados de Nabarra y los Estados Generales de Biarno-Bearn, debía rendir obediencia a su persona como rey Louis XIII de France, ya que según él, los nabarroberaneses eran súbditos franceses. Los representantes nabarrobearneses se opusieron y no aceptaron tal mandato, pero sacando la excusa de que dicha decisión debía ser tomada por los representantes de la Tierra de Vascos y de Biarno-Bearn, en sus respectivas cámaras legislativas. La Cancillería de Nabarra y el Consejo Soberano de Biarno-Bearn, se reunieron individualmente y no se aceptaron la imposición política del rey de los franceses, instándole de nuevo y de manera conjunta, a ir a las tierras de la Corona de Nabarra para aprender sobre el Derecho Pirenaico y posteriormente jurar los Fueros de nabarros y bearneses, para poder ser así proclamado legalmente como rey de Nabarra y príncipe de Biarno-Bearn.

El 15 de Octubre del año 1620, Louis XIII de France comandó el ejército francés que invadió el Estado Pirenaico de la Corona de Nabarra. Contó con la inestimable ayudada del cardenal católico Berulle. Dicho ejército invasor francés entró violentamente en Pau y tras reducir a sangre y fuego al Consejo Soberano de Biarno-Bearn, solo cinco días después, concretamente el 20 de octubre, proclamó el Edicto de Pau, más conocido como el Edicto la Unión ya que había sido redactado con anterioridad, aprobado de manera unilateral en las Cortes francesas de Paris. En dicho Edicto se indicaba la forzosa e ilegal unidad a la Corona de France de la Corona y del Reino de Nabarra, además también del pueblo y vizcondado de Biarno-Bearn, del principado de Andorra y de las tierras soberanas de Donezan.

“(...) por este Edicto, perpetuo e irrevocable, unimos e incorporamos dicha corona y país de Navarra y nuestro país y soberanía de Bearn, Andorra y Donezan, y tierras que de ellos dependen (...)”. Louis XIII de France.

El rey Bourbon de France, suprimió el título de roi de France y roi de Navarre, así como el de coprince d'Andorre por únicamente el de roi de France, en un ejercicio de imperialismo y absolutismo contrario a cualquier Fuero nabarroberanés.

Entrado ya en el año 1621, los Tres Estados o Cancillería de Nabarra, junto a la Corte Suprema de Justicia del Reino de Nabarra, sitos todavía en Donapaleu-Saint Palais, se opusieron nuevamente y de forma frontal, con determinación, firmeza y pujanza legitimista en base únicamente a la Constitucional nabarra, a las ilegales pretensiones francesas sobre el Reino de Nabarra. Es más, todo el Reino Pirenaico de la Corona de Nabarra al norte del Pirineo, una vez reunidas sus diversas Juntas y Estados Generales, rechazó el Edicto de la Unión y a Louis XIII de France como su monarca, pero fue incapaz de llevar a cabo su defensa territorial nacional y de la soberanía nabarra, al no poder hacer frente al poderoso y terrorífico ejército francés, que ocupaba las tierras de la Corona de Nabarra al norte del Pirineo. Los franceses aplicaron la única ley que entienden y comprenden los imperialistas y absolutistas, el terror, la violencia y la sanguinaria acción militar.

De todos esos actos ilícitos actos llevados a cabo por un reyfrancés, tran extranjero para los nabarros como el rey español al sur del Pirineo, siempre desde el único prisma Legal de los nabarros y nabarras, cabe destacar que el rey de Louis XIII de France creó el denominado Parlament de Navarre y lo situó en la ciudad de Pau en el año 1624, supeditando con ello, mediante la subordinación y encadenando brutalmente así al imperialista Reino de France, a los nabarrobearneses, siendo controlado estrechamente dicho parlamento desde la metrópoli francesa de Paris. Esta fórmula de colonización solo es comparable al control que la metrópoli de Madrid ejercía sobre las ilegales Cortes de las Cinco Merindades al sur del Pirineo tras las invasiones de 1512 y 1521.  Esto supuso en definitiva, la desaparición total y arbitraria de los oficios de la Casa Real de Nabarra.

Por tanto, y dentro siempre de nuestra exclusiva legalidad, la Casa de Bourbon desde Louis XIII de France y sus sucesivos herederos masculinos, junto a la totalidad de descendientes femeninos de cualquier rama de los y las Bourbon, carecen de legitimidad alguna por la cual exhibir, titularse, ostentar y/o alardear cualquiera de los títulos de nobleza emanados y sancionados desde la Corona de Nabarra, incluidos por su puesto, el título de príncipe o princesa de Biana y de Biarno-Bearn, pero sobre todo, el de rey o reina de Nabarra.
 
Blasón o armas de Louis XIII de France. 
Volviendo a ese escudo de las armas de los reyes de Navarra del manuscrito del siglo XVIII, fue el rey Louis XIII de France el primer monarca francés que comenzó a utilizar como emblema personal y de la nación francesa, el doble cadenado de oro en fondo de gules, para el escudo con el cual representaba a la colonia francesa de Navarre (Nabarra y Biarno-Bearn), junto al escudo del Reino de France, que era en azur tres lises de oro ordenadas dos y una. Un escudo que heredó de su padre el rey Enrique III de Nabarra y IV de France, pero usando éste en el del Reino de Nabarra (y Biarno-Bearn) un escudo de gules con el carbunclo cerrado y pomelado de oro con un punto de sinople en el centro, siendo éste carbunclo representado de forma simple en la heráldica nabarroberanesa, mientras que era en forma doble en la heráldica francesa bajo el reinado de Enrique IV de France y III de Nabarra.
 
Blasón o armas de Enrique III de Nabarra y IV de France.
Pero el doble cadenado no tiene su origen en el Reino de France, sino en el Reino de España. Ya en el año 1553, bajo el reinado de Carlos I de España y V de Alemania, en una, en su momento, nueva edición de Las leyes de Toro glosadas (original del año 1505), Hispania Victrix. Primera y segunda parte de la historia general de las Indias có todo el descubrimiento y colas notables que han acaescido dende que se ganaron hasta el año de 1551. Con la conquista de Mexico y de la Nueva España, y en la tercera edición del Repertorio Universal de todas las Leyes destos Reynos de Castilla (original del año 1438), en el escudo xilográfico Real que representa al Estado o Reino español, se incluye en el tercer cuadrante uno que otorgan los españoles a los navarros sojuzgados, subordinados y sometidos del sur del Pirineo. Este está representado mediante un esclarecedor doble cadenado esclavista.


“Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres es la acción del enemigo.” Ian Fleming

Este escrito ha sido realizado en el 5º día en el cual he podido salir a pasear, al relajarse ligeramente las condiciones de confinamiento del estado de alarma existente en la colonia de Nabarra encadenada, sometida, sojuzgada y subordinada por el Reino de España al sur del Pirineo; el cual es debido por la pandemia Mundial ocasionada por el coronavirus COVID-19.

2020/04/21

En un libro de escudos (III) Los Atondo de Pamplona…


En un libro de escudos (III) Los Atondo de Pamplona…
Iñigo Saldise Alda

Estando ya en el día 38 de confinamiento por culpa de la pandemia Mundial ocasionada por el coronavirus COVID-19; desde algún lugar de la colonia de Nabarra encadenada, sojuzgada y subordinada por el Reino de España al sur del Pirineo, continuo con esta serie “enlazada” de escritos titulados En un libro de escudos.

Estos capítulos han sido inspirados, tras visionar a través de la red de redes, un manuscrito titulado Libro de escudos de diversos linajes españoles, manuscrito datado entre los años 1701-1800.
Libro de escudos de diversos linajes españoles, índice Azcarraga
Un manuscrito que incluye una copia del Libro de Armería del Reino de Nabarra, el cual según aparece en el índice de esta obra del siglo XVIII, esta copiado del realizado por Pedro de Azcarraga, rey de armas del Reino de Nabarra entre los años 1577 y 1593. De entre todos los escudos que aparecen, en este trabajo voy a hablar del escudo se atribuye a un linaje relacionado con Frances de Jaso y Azpilcueta, más conocido como San Francisco (de) Javier, titulado como Los Atondo de Pamplona por privilegio.
Antes de volver a los Atondo de Iruinea-Pamplona y alcanzar en su momento el escudo correspondiente de estos en el Libro de Armería del Reino de Nabarra, hay que recordar que el nabarro Franzes de Jaso y Azpilcueta, hijo de Juan de Jaso y Atondo y de María de Azpilcueta y Aznarez de Sada, fue el cofundador de la Compañía de Jesús junto al español Iñigo López de Loyola, hijo de Beltrán Yáñez de Oñaz y Loyola y de Marina Sáenz de Licona y Balda, más conocido como San Ignacio de Loyola. Por ello, la vida de ambos, han sido parte de diversos estudios de numerosos autores, entre ellos también, de varios miembros de dicha Compañía de Jesús, a los que conocemos como jesuitas.

Uno de estos jesuitas, concretamente el sacerdote, misionero e historiador alemán Georg Otto Schurhammer (1882-1971), en su trabajo San Francisco Javier y Navarra, hizo la siguiente mención sobre el escudo de los Atondo:

“(…). Otras casas de parientes había en la misma calle de Zapatería número 27, la casa de los Atondo que pertenecía al hermano de la abuela del Santo con el escudo de la familia junto con las armas de Navarra, según el privilegio concedido en 1475 y las de los Caritat, según el contrato de matrimonio de 1352, (…)”
Interpretación heráldica realizada
 por Iñigo Saldise Alda de las palabras de
 Georg Otto Schurhammer.

 El escritor, sociólogo y sacerdote jesuita español Juan Antonio Zugasti (1861-1920), realizó un trabajo más extenso a la par de detallado titulado La familia de Atondo y la genealogía de San Francisco de Javier, donde nos detalla cómo son los escudos de Atondo y Caritat, de la siguiente forma:

ATONDO: “En campo de azul dos bandas de oro, y en medio de ellas dos lunas crecientes de oro”.

CARITAT: “En campo de gules, un grifo rapante de oro armado y membrado de sable”.

Esta descripción heráldica fue realizada por un notario de Pitillas en el año 1599.
IZQUIERDA: Atondo DERECHA: Caritat.
Por otro lado, este escritor jesuita español, nos dice lo siguiente:

“Fue dado a Juan de Atondo, para él y sus sucesores, un privilegio de llevar en su blasón un cuarto de las armas reales de Navarra, por muy señalados servicios aceptos de fidelidad que en su tiempo hizo a la corona real de Navarra.”

En el año 1912, concretamente en una publicación titulada Revista de historia y genealogía española, existe un apartado titulado Datos para la historia nobiliaria de Navarra. Un autógrafo regio-Los Atondo-Su descendencia en los Pérez de rada, Marqueses de Zabalegui, el cual está encabezado por un escudo titulado Escudo de Armas de Atondo, del cual nos dice sobre ello lo siguiente:

“Sus antiguas armas eran en campo de azul dos bandas acompañadas de dos lunas contornadas, todas de oro. Con ellas se cuartelaron las Cadenas Reales de oro sobre campo rojo, pero solo en la porción correspondiente á orla y bandas de dichas cadenas.
IZQUIERDA: Según descripción superior.
DERECHA: Según descripción inferior.
En algunos ejemplares se añaden á estos cuatro cuarteles otros dos, á saber: uno rojo con grifo de oro, rampante armado y membrado de negro, por el apellido Caritat; y otro de oro cruz roja cargada de cinco paneles de oro, por el de Goñi.”

El marqués de Santacara, político carlista, militar, historiador y escritor español Joaquín Argamasilla de La Cerda y Bayona, llevó a cabo un trabajo heráldico titulado Nobiliario y armería general de Nabarra, el cual estaba dividido en tres volúmenes, siendo estos publicados entre los años 1899 y 1902. Es en su primer volumen, realizado exclusivamente a finales del siglo XIX, donde el autor nos presenta en escudo de los Atondo; concretamente en el apartado titulado Genealogía de la Casa de Ezpeleta: capítulo V. Segunda línea; Señores de Beire y San Martin de Unx. Merinos Mayores y Alcaides de Olite; después Condes de Ezpeleta, Grandes de España de primera clase, Duques de Castro-Terreno, Condes de Tribiana, del Vado y de Echauz, Marqueses de Montehermoso, Etc.; de la siguiente manera:

“Cuartelado: primero y cuarto, de Nabarra; segundo y tercero, de gules un grifo de oro coronado, armado y alado de azur.”

El autor nos dice incluso que “(…) Don Juan de Atondo, (…), y obtuvo blasonar su escudo con las Armas Reales de Nabarra, para que juntas con las demás de su casa (…) fuese perpetuo recuerdo de su lealtad (…)”

Posteriormente dentro del apartado titulado Genealogía de la Casa Magallón: Ascendencia de Dª Beatriz Laura de Falces Magallón y Aybar Garcés y Atondo; nos describe de igual forma el escudo de los Atondo.

El día 17 de diciembre del año 1802, Carlos IV de España firmó un Real Despacho por el cual concedió el título de Grandeza de España de primera clase, al marqués de San Adrián José María de Magallón y Armendariz, con su consiguiente escudo heráldico, en el cual, en una de sus divisiones aparece el escudo de los Atondo, por herencia genealógica-familiar de sus antepasados los señores de San Adrián. Concretamente de su titular Pedro de Magallón y Álava, casado con Beatriz Laura de Falces, Aybar y Atondo, los cuales, ambos dos, vivieron hasta el año 1635.
Foto del libro HISTORIA GENEALÓGICA Y CRONOLÓGICA DE LAS CASAS DE LOS SEÑORES DE MONTEAGUDO Y SAN ADRIÁN. José María Magallón y Mencos V Marqués de San Adrián.
Foto del manuscrito Árboles Gegealógicos; Don Lope de Soria. Árbol genealógico que demuestra entroncó de la casa de Magallón con la de Soria. junto a ella escudo de los Atondos realizado por Iñigo Saldise Alda con respecto a como aparece en la documentación y heráldica del manuscrito y libro la casa de Magallón.
El consejero de Guerra, consejero consultor y abogado del Real y Supremo de Castilla, asesor del Real Protomedicato, regente de la audiencia de Oviedo, presidente de la audiencia de Andalucía, presidente de la Real junta de La Habana, es decir, el jurista y abogado español Isidoro Gil de Jaz (1703-1765), en anterioridad a algunos de estos cargos presentados, fue nombrado por el rey Felipe V de España el 6 de septiembre del año 1736, como oidor de la Consejo de Navarra, tomó posesión de dicho cargo el día 5 de octubre del mismo año. En su estancia en las tierras de las 5 merindades navarras del sur del Pirineo, encadenadas y sojuzgadas al Reino de España, mandó recopilar datos sobre la nobleza del Reino de Navarra, el cual se conformó en seis volúmenes manuscritos. En su libro primero Libro primero de la Nobleza del Reino de Navarra, más concretamente en el capítulo quarenta y dos, nos presenta las pretensiones hereditarias de índole económico de Luis de Torreblanca y Atondo tras el fallecimiento de su tío Ignacio de Atondo, señor del palacio de Atondo que tiene por escudo:
Escudo de Luis de Torreblanca y Atondo.

“Escudo cuartelado en cruz: 1º de gules y la cadena de oro en filete y en banda, por privilegio; 2º y 3º grifo de oro armado de azur; 4º de azur y los dos crecientes ranversados de oro, acompañados de dos bandas de lo mismo, que es de Atondo.”

Es el propio rey Felipe V de España, quien unos años antes y más específicamente el día 13 de noviembre del año 1729, por Real Despacho, confirmó la merced del título de marqués  de San Adrián, el cual había sido creado por Carlos II de España en favor de Joaquín de Magallón y Beaumont el día 13 de octubre del año 1696, a la hermana de éste último a Beatriz de Magallón y Beaumont.
Foto sacada del libro HISTORIA GENEALÓGICA Y CRONOLÓGICA DE LAS CASAS DE LOS SEÑORES DE MONTEAGUDO Y SAN ADRIAN. José María Magallón y Mencos V Marqués de San Adrián. En el escudo de la derecha podemos ver en su parte inferior derecha, el escudo que representa a los Atondo-Eguaras.
Como es norma obligada, en el escudo de armas representado en el Real Despacho español perteneciente a Beatriz de Magallón y Beaumont, junto a otros, hay una representación del escudo de Atondo, estando incluido en él, una división con el escudo de los Eguaras.


En el año 1702, el español natural del Reyno de Navarra, diputado en Cortes en los años 1588-89 y 1590-91 por la universidad de la ciudad de Erriberri-Olite, exgobernador de las provincias de Cotabamba y Parinacochas en el Reyno del Piru-Perú y gentilhombre de la voca de su majestad Felipe V de España  Pedro Joseph de Vega y Ximenez de Azkarate, terminó su particular visión y copia del libro de armería del Reino de Nabarra. Hay que decir, que dicha obra tiene una enorme calidad en sus dibujos heráldicos, donde encontramos también el escudo de los Atondo en Pamplona.

El militar y religioso español, Juan de Atondo y Antillón (1639-1691), ostentando ya el título de almirante de las Californias y gobernador y teniente de capitán general de Sinaloa, en el año 1688 pidió el ingreso en la orden de Santiago, entrando en ella un año después. Este personaje tenía como escudo:

“(…) las cadenas de Navarra y dos medias lunas con un grifo en el centro.”

En el año 1651, también hay una referencia al escudo de los Atondos, en una copia manuscrita de un trabajo heráldico anterior, el cual está titulado Libro de linajes, y Armas del Reyno de Aragon, Principado de Cataluña, Reynos de Navarra, Castilla y Leon; copiado por mi Juan del Corral Notario y escribano Real, Alguaçil mayor de la Universidad de Caragoça del Reyno de Aragon; de los Archivos, Executorias, Procesos Originales, papeles autenticos, y Nobiliarios manuscritos que dejaron escritos de sus manos  los; Exº Señor Don Fernando de Aragon Arzobispo que fue de Caragoça, nieto del Chatholico Rey Don Fernando (¿g.º?) y, del Cronista Geronimo de Blancas que lo fue de Aragon (¿ettyª?)=y por Verdad confirme de mi mano en Caragoça el primero de Enero del Año 1651. Juan del Moral. En dicho trabajo el escudo del linaje Atondo, está descrito de la siguiente forma:

“Atondos trae escarcelado el primero de gules con las cadenas de navarra de oro, el 2º y 3º gules con grifo de oro, el 4º Blau con dos Varitas de oro y teniendo en medio dos lunas de argent.”

En otro manuscrito, esta vez datado entre los años 1600 y 1660, que se llevó a cabo por parte de una noble familia de Alfaro, municipio éste titulado como ciudad en el año 1629 por Felipe IV de España, es un armorial genealógico que conocemos como el Nobiliario de Alonso Pérez de Araciel. En este trabajo heráldico-genealógico, también hay una representación y explicación del escudo de los Atondo, que es la siguiente:
“(…). Llevan por armas por parte y apellido de Atondos, las cadenas de Navarra en campo roxo y unas bandas açules y doradas con dos medias lunas, que son las que lleva el Palacio de Atondo, de quien desciende el expresado Juan de Atondo y Romeo. Estas otras armas son de otro palacio de los Atondo. Consta por testimonio Don Martin de Sarassa y Arrayoz y Navarra rey de Armas del cho Reino sudata en Pamplona a 23 de junio de 1621. (…) El palacio de Atondo esta en la Merindad de Pamplona, es llamado a Cortes, y tiene acostamiento, y es su casa Cabo de Armeria, y stepressente año de 1650. Lo posee y goza Don Baltasar de la torre blanca vecino de la ciudad de Tafalla (…)”

Antes del año 1590, en la villa de Erriberri-Olite ya que hasta el año 1630 no recibió el título de ciudad por concesión de Felipe IV de España, se construyó un palacio renacentista donde se puede ver todavía su escudo de alianza. Este palacio se conoce a día de hoy como el palacio del marqués de Rada, aunque dicho marquesado no ha existido en el pasado, ni existe en la actualidad.
IZQUIERDA: Escudo palacio renacentistas del siglo XVI en Erriberri-Olite. DERECHA: Escudo realizado por Iñigo Saldise Alda de los Atondo-Goñi. Escudo cuartelado: 1º de gules filete pomelado de oro en orla y banda o cuarto de las Armas Reales de Nabarra; 2º de azur dos bandas de oro y en medio de ellas dos lunas de oro o de Atondo; 3º de gules grifo de oro armado y membrado de sable o de Caritat; 4º de oro cruz llana de gules cargada de cinco panelas de oro ordenadas o de Goñi.
Volviendo al escudo renacentista de la fachada de dicho palacio situado en la rúa Mayor número 7 de Erriberri-Olite, es un blasón heráldico en forma de cuartelado en cruz; 1º y 4º del linaje Zuria; el 2º del linaje Atondo-Goñi y el 3º del linaje Rada-Sarassa.

En el año 1527 el rey Carlos I de España a través de una Real Cédula, ordenó que se hiciese un libro-registro de todos los palacios existentes  en el ocupado militar e ilegalmente en Derecho político internacional por parte de los españoles del Reino de Nabarra.

En torno al año 1540, el rey de armas de Nabarra Juan del Bosque, al parecer rehízo o combinó en un manuscrito, los libros de armas antiguos existentes de manera anterior a la invasión militar española del Reino de Nabarra, la cual solo permanecía ya asentada solo al sur del Pirineo, existiendo el Reino soberano, legítimo e independiente de Nabarra al norte del Pirineo. Al parecer tras su muerte, su viuda se llevó a las vecinas tierras de Aragón el susodicho libro o quizás, más bien, los bosquejos, borradores o apuntes del mismo.

Si lo que se llevó fue el original, éste debió de ser rehecho de nuevo por su sobrino Gracián del Bosque, nombrado rey de armas en el año 1546, por un virrey extranjero, más concretamente español, en la Navarra ibérica sometida por el Reino de España.

En un pleito llevado a cabo en el año 1556, ejercido por el nuevo rey de armas Lope de Aoiz contra Leonor de Arellano, viuda de Gracián del Bosque, se trató la devolución del Libro de Armería del Reino de Nabarra. Pero al año siguiente, el hidalgo y doctor jurista español Hernán Juárez de Toledo, consejero de Felipe II de España, alcalde de Cortes del Reino de España, visitador de los Tribunales del Reino de España, incautó los libros o tomos heráldicos del Reino de Nabarra, alegando que no reunían los requisitos legales en el marco imperial español, para hacer fe, como hasta entonces, en las diferentes causas y disputas  de nobleza.

Aquel saqueo, robo o nuevo pillaje español, levantó el enfado entre los nabarros surpirenaicos, sometidos pero al parecer, no del todo colonizados todavía.

Esto propició una demanda o denuncia; esta vez llevada a cabo por el nuevo rey de armas Ramón de Oscariz. Tuvo lugar en las ilegítimas Cortes de Tutera-Tudela, al estar bajo gobierno de un virrey extranjero, más concretamente español, en el año 1558, donde de  reclamó el hecho del robo de manera “formal”. Al parecer, como era norma desde la ilegal ocupación militar española y su asentamiento político en las cinco merindades del sur del Pirineo, no se hizo caso a las reclamaciones nabarras por parte de los imperialistas españoles, lo que llevó, nuevamente, a que se volviera a dennciar en otras Cortes ilegales, esta vez llevadas a cabo en Zangotza-Sangüesa en el año 1561.

Para más INRI, antes de su fallecimiento, el doctor español Hernán Juárez de Toledo, entregó los libros manuscritos al también doctor jurista español Bartolomé Frías de Albornoz, quien según informó los perdió supuestamente en el año 1563 durante un naufragio, cerca de la Isla Juana, actualmente llamada isla de Cuba.

Por ello, ante dicha pérdida, las Cortes ilegítimas y supeditadas a los designios imperiales españoles de la Navarra surpirenaica, solicitaron, en el año 1572 al rey Felipe II de España, consentimiento para hacer una nueva versión del libro desaparecido, bien en un naufragio o bien en el archivo personal de algún ladrón español, cuya custodia pasaría a estar a cargo del rey de armas Ramón de Oscariz.

En el año 1576, Ramón de Oscariz ordenó recoger y coleccionar todos los armoriales que hubiese en la Navarra encadenada al Reino y la Corona de España. Pero su muerte hizo que se entregaran estos manuscritos al español Miguel de Tarragona, nombrado por el también español, virrey de Navarra y señor de Leyba Sancho de Leyba y Ladrón de Guevara, como nuevo rey de armas de Navarra.

Esto generó una nueva protesta y por ese motivo los navarros sometidos a los designios coloniales españoles, reunieron las Cortes ilegítimas en la ciudad de Iruinea-Pamplona, pidiendo al virrey español la destitución de Miguel de Tarragona por extranjero, eso sí, sin pedir la destitución del propio virrey, el cual también era extranjero y por tanto, no podía ocupar un puesto público en el encadenado “de igual a igual” Reyno de Navarra del sur del Pirineo.

Pero Miguel de Tarragona ya se había ibo de las tierras navarras ocupadas por los españoles al sur del Pirineo, reteniendo y trabajando en la consecución del Libro de Armería del Reino de Nabarra. Un año después, en el año 1577, con sus correspondientes notas realizadas por el español Miguel de Tarragona, el armorial nabarro, formado ya solo por dos libros, fue entregado al nuevo rey de armas Pedro de Azcarraga.

Por supuesto, en estos dos libros heráldicos, aparece el escudo de los nabarros del linaje de Atondo; los cuales están recopilados por dos magníficos heraldistas españoles, entre otros y numerosos títulos académicos, oficios y cargos, llamados Faustino Menéndez Pidal de Navascués (1924-2019) y Juan José Martinena Ruiz (1949-…), en una magnífica obra publicada a comienzos del siglo XXI, que tengo en mi biblioteca personal con fecha del año 2001. Dicha obra se titula Libro de Armería del Reino de Navarra. Edición y estudio de Faustino Menéndez Pidal y Juan José Martinena.
“Los Atondos de Pamp traen las cadenas por privilegio. Cuartelado: 1 de gules, cadena (filete pomelado) de oro en orla y banda; 2 y 3 de gules, grifo de oro, con garras, alas, orejas, pico y cola de azul; 4 de azul, dos crecientes volteados de plata puestos en banda acostados de dos cotizas de oro.”
IZQUIERDA: según descripción superior. Apunte de Iñigo Saldise Alda sobre el 1er cuartelado nos dice lo siguiente: De gules filete pomelado de oro en orla y banda, con losange de oro en medio de la banda.
DERECHA: según descripción inferior.
“1 de Navarra entero; 2 y 3 grifo de plata solamente; 4 de plata, tres bandas de azul.”

También aparece en la obra de estos dos heraldistas españoles, otra definición que creo que es de una copia posterior, pero casi contemporánea, que pienso que pertenece a un trabajo realizado por Pedro de Azcarraga, cuya reproducción aparece en el manuscrito, que ha generado estos escritos sobre heráldica e historia, Libro de escudos de diversos linajes españoles del siglo XVIII, y que nos dice lo siguiente:

“Traen de Atondo (4), Caritat (2, 3) y Navarra (1).”

Incluso creo que el mismo Pedro de Azcarraga añadió una breve, pero necesaria información sobre el origen del escudo compuesto de los Atondo de Pamplona y que recogen también los heraldistas españoles Faustino Menéndez Pidal de Navascués y Juan José Martinena Ruiz, en su majestuoso trabajo, digno del cargo de rey de armas, pues además, ambos dos, nacieron en el siglo XX en algún lugar de la Navarra surpirenaica.

“Juan de Atondo, vecino de Pamplona, casó en 1352 con Amorosa de Caritat; en sus contratos matrimoniales se estipula que los descendientes tarerían las armas de ambos linajes. El Rey Juan II concedió en el año 1475 a Juan de Atondo, biznieto de los nombrados, un franco cuartel de Navarra.”

“De Atondo, linaje de Pamplona”.

Pero aún existe un importantísimo documento histórico, al menos para la realización del presente trabajo, el cual es incluso anterior al Libro de Armería del Reino de Nabarra del siglo XVI, donde aparece el escudo del linaje de Atondo. Este es un manuscrito fechado entre los años 1475 y 1506, fue realizado por la propia familia, casa o linaje de los Atondo; que se conoce bajo el título de Nobiliario de los Atondo.

En aparecen diversos escudos relacionados con la casa de Atondo, por la consecución de diversos enlaces a lo largo de la historia y a modo de genealogía familiar. Por supuesto, estos escudos están pintados y a su vez, definidos  muy correctamente por su autor.

ATONDO: “En campo de azul dos bandas de oro en medio dellas dos lunas de oro (…)”

CARITAT: “”En campo de gules un grifo Rapante de oro armado y membrado de sable (…)”
Escudos del Nobiliario de los Atondo 1475-1506.
“(…) un convenio en el contrato matrimonial q sus hijos y hijas y los q dellos descendiessen tragiessen co las Armas el deo palacio de atondo el deo grifo q son las armas dlos Caritates (…)” 1352.

“(..) bos otorgamos y damos un qarto de nras armas Reales de navarra paq aquel podáis encorporar en el escudo de vras armas enl qarto principal Repiendo vras armas en los otros tres qartos en la mejor forma e vra y manera q vos qereis y por ln senReis acosejo de qal qiere official de Armas. (…)” Juan II 1475.

“(…) entendida la pobre dea gra donacio Recompessa é merced nra otorgada e coferida por la magestad dl dio Rey mi sor y padre al deo Joha de Athondo dl qarto dlas Armas Reales denetro Regno (…)”. Leonor 1477.


NABARRAKO ERESERKIA

Nabarra, reflexiones de un Patriota

Reflexiones de un Patriota by Iñigo Saldise Alda

ASKATASUNA = Baskoinak x Nafar Paradigma

"PRO LIBERTATE PATRIA GENS LIBERA STATE"

"Aberri askearen alde jende librea jaiki"

"De pie la gente libre a favor de la libertad de la patria"

Navarre shall be the wonder of the world

by WILLIAM SHAKESPEARE

EUSKARA-LINGUA NAVARRORUM

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©NABARTZALE BILDUMA 2011

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